El amor es asimétrico

En toda relación de cariño -familiar, de pareja, de amigos-, cada persona ama sólo en la medida de sus posibilidades. No todo el mundo tiene la misma capacidad para dar y recibir amor. Esa capacidad podría ser descrita de muchas formas. Por ejemplo, cuánto la persona realmente conoce y acepta a la otra, cuánto la respeta en sí misma y en sus decisiones libres; si es capaz de escucharla y acoger su realidad, cómo favorece su desarrollo y su bienestar, si tiene paciencia en aquello que le es difícil gestionar… Y para recibir amor, correlativamente se requiere respetarse a sí misma, ser veraz ante la otra persona y dejarse conocer, dejarse cuidar y recibir atenciones… En todo amor auténtico la reciprocidad es clave para que haya una relación sana. Es dar y recibir. Pero incluso en la reciprocidad, el amor suele ser asimétrico. Una de las partes suele amar más intensamente que la otra. O al menos, con tipos de generosidad dispar: en unos campos más que en otros, cosa no siempre percibida en sus matices, de modo que con frecuencia las personas se perciben dando más que lo que reciben. La mayoría de nosotros estamos muy pobremente formados en el arte de amar. Hemos ido creciendo selváticamente a base de experiencias más o menos gratificantes o dolorosas. Nos defendemos, nos escondemos, calculamos… Aun así, casi siempre intentamos amar. Es aquí donde hay que recordar que, sea en la medida y del modo que sea, cuando alguien expresa un gesto de amor sincero y desinteresado, lo hace gratis. En ese dar y recibir, las personas nos regalan su tiempo, su apoyo, porque quieren. Son libres, pueden hacerlo o no. Nada puede exigirse. Y mucho menos reclamarse como «pago» por algo que uno hizo en momentos anteriores. Todo don se da porque se quiere dar. Y toda respuesta o correspondencia, es también gratuita por parte de los otros. El dinamismo de una gratuidad de cariño es difusivo y alcanza mucho más allá de los inmediatos. Llega lejos, irradia hasta quienes no conocemos, por esa indefinible conexión que existe entre las personas. En nuestras relaciones personales asumamos que posiblemente hay quien nos ama mucho y nosotros menos, y en otros casos la asimetría se da al revés: nosotros expresamos más amor que el que percibimos de alguien. Y no podemos ni debemos exigir nada. La primera condición de la amistad es no forzar. Cada uno da lo que puede dar. Así es entre Dios y nosotros. Él da todo. Nosotros, lo que podemos. Pero así su Amor llega lejos. Mucho más allá de nosotros. Leticia Soberón

Libre tras los muros de una prisión

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Leí que algunos definían la libertad interior como la libertad que se desenvuelve en el secreto de nuestra mente; como la libertad de conciencia y de pensamiento. Interna porque el acto de elegir se decide al interior nuestro. Decidir de manera independiente, por sí mismo. Es también la capacidad de llevar hacia adelante la vida conforme a nuestros propios criterios. A veces, esta libertad interior se ejerce al acoger una realidad dura a asumir y transformarla, dándole un sentido. Situaciones que no hemos escogido y que la vida nos trae. ¿Cómo reaccionamos ante lo que nos sucede? ¿Qué actitud elegimos adoptar en la situación que vivimos hoy? Leí un libro sobre un hombre, que personalmente creo da un testimonio de esta libertad interior, en una situación extrema. Está escrito por Pierre Pradervand, sociólogo, periodista y escritor suizo y habla sobre Roger W. McGowen . Roger nació en Houston, Texas, (Estados Unidos) en una familia muy pobre de diez hermanos. Fue encarcelado en 1986. Al final de un proceso que dicen fue una parodia de justicia, Roger fue condenado a muerte en 1987, a la edad de 23 años, por un crimen por el que él clama su inocencia. Sus abogados intentan probar su inocencia y en Suiza hay un grupo de personas que lo apoya. En 2016, gracias al trabajo de un nuevo abogado y al apoyo de muchas personas, Roger fue transferido a una cárcel de prisioneros de derecho común, en Huntsville, Texas. Roger cumple una pena de cadena perpetua y obtendrá la libertad condicional cuando tenga 72 años. Habrá entonces cumplido 50 años de prisión, a menos que se encuentre una prueba de su inocencia. Detrás de los muros de la prisión, Roger ha hecho todo un camino de crecimiento personal y de libertad interior. El libro que Pierre Pradervand  ha escrito, narra el itinerario espiritual de Roger, principalmente a través de sus cartas. Roger comenta que todos los días escucha a la gente quejarse de todo lo que no tienen, pero raramente agradecen a Dios por las bendiciones que han recibido. Y dice que cada día encuentra razones para dar gracias. Roger dice en una de sus cartas: “Mientras haya esperanza, nuestras mentes permanecen libres y nadie puede aprisionar el corazón y el alma de quien ha elegido permanecer libre.» Dice también: “Sólo me pueden aprisionar si yo les doy mi consentimiento. Y yo me niego a darles mi consentimiento.» Roger dice vivir su vida en la prisión como si no estuviera encarcelado, consciente de que ahí donde hay odio, el amor ha de reinar y que donde hay tanta muerte, ha de reinar la vida. Tras los muros de la prisión, Roger ha elegido permanecer libre. María de Jesús Chávez-Camacho Pedraza Publicado en Revista RE (2018)

APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE ESPERANZA

ELPIS, TIKVAH, AMAL: UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE ESPERANZA DESDE LA FILOLOGÍA, LA ANTROPOLOGÍA Y LA TEOLOGÍA La esperanza: un elemento antropológico constitutivo del ser humanoHace ya algunos años, en toda España se hizo famosa la historia del perro Canelo. Canelo era un can que había acompañado a su humano hasta la misma puerta de un hospital de Cádiz y permanecía allí día tras día esperando su regreso sin saber que el buen hombre había fallecido. Muchos fueron los que, conmovidos por la situación, intentaron quitar al animal de la calle y darle refugio, pero Canelo, perseverante, volvía una y otra vez al mismo sitio y allí tuvo su hogar hasta el día en que él también cruzó el arcoíris.Cada vez que el hecho se ha relatado, ha sido para hacer hincapié en la lección de fidelidad de Canelo y en su amor incondicional por la persona con la que compartía su vida, elementos, sin duda, determinantes de su actitud. Pero se pasa por alto otro motivo, no menos importante, que lo llevó a no cejar en el empeño de reencontrarse con el que era su compañero: la esperanza.Y es que, incluso en los animales, no se puede entender el principio de resiliencia sin la esperanza. Ante la adversidad, sólo la confianza en el futuro, la certeza de que no todo está perdido porque existen potencialidades que aún no se han desarrollado son los pilares que sostienen las fuerzas para seguir luchando. Podríamos decir, por tanto, que la esperanza es un elemento antropológico constitutivo del ser humano caracterizado como realidad histórica y ser en continuo desarrollo, tanto personal como social. La esperanza: un impulso motivadorEn este sentido, la Asociación Estadounidense de Psicología define la esperanza como «la expectativa de tener experiencias positivas o de que una situación potencialmente amenazadora o negativa no habrá lugar o que, en última instancia, se tornará en un estado de cosas favorable ». Y no podemos olvidar a este respecto, las conclusiones del investigador Martin Seligman, quien, tras haber estudiado el proceso de la indefensión aprendida, en su última publicación, El circuito de la esperanza, concluye que dicho circuito es una estructura cerebral asociada a la corteza prefrontal de funcionamiento complejo por el cual, ante las amenazas y adversidades, el ser humano supera la pasividad de la indefensión y pone en marcha mecanismos de acción y perseverancia a fin de lograr objetivos de superación .Cabe, por tanto, destacar que la esperanza, como impulso motivador del ser humano ha estado presente en todas las culturas, si bien siempre con un aspecto ambivalente: por una parte ha sido valorada por su capacidad de sostén ante la adversidad, pero por otra también denostada como nutricia de falsas expectativas. De ahí que sea importante distinguir muy bien entre la vana ilusión sin fundamento y la esperanza sólida impulsora de la acción. La esperanza salvará al ser humano cuando no encuentre nada más…Para los griegos, la esperanza, Ἐλπίς, era una diosa relacionada con Πίστις, la confianza, y Σωφροσύνη, la moderación, las tres personificaciones de conceptos alegóricos. La esperanza fue lo único que quedó en el ánfora cuando, tras destaparla Pandora todos los males se dispersaron por la tierra. Es lo que nos cuenta Hesíodo en Los trabajos y los días: «Pero aquella mujer, al levantar con sus manos la enorme tapadera de un ánfora, permitió que se esparcieran (los males) y procuró a los hombres lamentables desazones. Sólo quedó allí dentro la Esperanza, aprisionada entre inquebrantables muros bajo los bordes del ánfora pues no pudo volar hacia la salida ya que antes cayó la tapadera del ánfora por voluntad de Zeus portador de la égida y aglutinador de nubes» . Podemos preguntarnos, ¿es la esperanza en el texto de Hesíodo uno más de los males o representa la única oportunidad de la humanidad para hacer frente a estos? ¿Quedó en el ánfora porque Zeus no quiso que el ser humano se abandonara a una falsa ilusión o permaneció allí para recordar que siempre es posible esperar?El texto no nos aclara tal punto. Quien sí lo hace es el poeta Teognis, que da otra versión del mito. Para este autor, cuando la curiosidad llevó a Pandora a destapar el recipiente, salieron los bienes, que volaron al cielo para abandonar la tierra, en donde el único buen espíritu que quedó fue la esperanza: «La Esperanza es el único buen númen que queda entre la humanidad; los demás se han marchado al Olimpo. La Confianza, una deidad poderosa, se fue también, la Moderación se ha alejado de los seres humanos, y las Gracias, mi amigo, han dejado la tierra. Ya no hay confianza alguna en los juramentos de los hombres ni tampoco nadie da culto a los dioses inmortales; la raza de los piadosos ha perecido y la humanidad ya no reconoce las leyes de comportamiento ni los actos de piedad. Pero mientras el hombre viva y vea la luz del sol, que muestre temor a los dioses y cuente con la Esperanza. Que ore a los dioses y queme grandes huesos de muslo, en ofrenda a la Esperanza en primer y último lugar ». A pesar de que la bondad haya abandonado el mundo, Teognis insiste en el valor de la esperanza, es un «buen númen» que salvará al ser humano cuando no encuentre nada más.En Roma, siguiendo esta tradición, se alzaban altares a Spes, la «ultima dea», ya que la esperanza es lo último que queda a la humanidad, lo que permaneció en el fondo de la tinaja cuando todo lo demás había desaparecido. La esperanza: una certeza y una actitudEn hebreo, la palabra esperanza es תִּקְוָה (tikvah), de la raíz verbal KVH, «unir con una cuerda», «recolectar». De hecho, otro de los significados del término es «cuerda», «soga». La esperanza no es algo abstracto, sino que se palpa, se toca con la mano. A la esperanza la persona se tiene que agarrar, debe asirla con fuerza, como quien se aferra a un cabo para no perecer en la tempestad,

Amistad con mayor transparencia

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Creo que el ser humano es un ser sediento de amistad, y en la medida en que se va abriendo a la amistad con los otros, su ser se va esponjando como por milagro. Son muchas las personas que a lo largo de la historia se han expresado por escrito sobre la amistad. Quizá, se deba a la gran importancia que tiene la amistad en la vida del ser humano para su desarrollo global, su armonía interna, sus relaciones con las otras personas y con el mundo. ¿Cómo vivir la amistad para que vaya siendo cada vez más verdadera? La pregunta es importante pero no es fácil de contestar, pues no existe receta. Sin embargo, podríamos reflexionar sobre ciertas características que podrían ayudarnos a quitar las basuras que, a veces, tanto la empañan y así poder vivir la amistad con mayor transparencia. 1. No forzar: La amistad no se puede imponer. No podemos forzar a nadie a ser amigo nuestro, ni tampoco nadie puede forzarnos a ser amigo de nadie. La amistad o es libre o no es amistad. Los amigos, además, han de ayudarse mutuamente para hacer crecer la amistad del otro. Que cada día se ‘necesiten’ menos en todo aquello que no sea la pura amistad. Así irán viviendo cada vez más la dimensión de gratuidad por la sola amistad. No se pueden crear dependencias fuera de la mera amistad ni facilitarlas. Eso no quiere decir que en virtud, precisamente, de esta amistad benevolente, nada egoísta, uno no esté dispuesto a hacer por el amigo cualquier sacrificio y ayuda. 2. No engañar: No puedo disimular, haciendo creer al otro que soy distinto de lo que soy, para que el otro me ame. Lograría, así que el otro fuera amigo de lo que yo aparento ser, pero que no existe. Tampoco he de idealizar al amigo, enaltecerlo, en el fondo, por propio orgullo al poder decir: esa persona tan excelente ¡es amiga mía! Pudiera ser que si lo miro tal cual es, me parezca que no lo voy a amar y entonces lo hago más grande, lo adorno con virtudes que no tiene y así, ahora sí, creo que es digno de que yo le ame. De ahí vienen muchas rupturas en las amistades cuando llegan a contemplar al amigo tal cual es. 3. No ilusionar vanamente: Ilusionar es engañar simulando por mi parte una disposición a la amistad que en realidad no tengo. Es dejar creer al otro que voy siendo amigo suyo, sabiendo que no es así. Saber que le estoy engañando respecto a mis disposiciones y no sacarle del engaño. O hacerle soñar y desear cosas que uno sabe que, en realidad, no puede ofrecer. 4. No ser egoísta: La persona egoísta somete la amistad a su propio bien. No puedo ser amigo de otro teniendo como objetivo primario mi bien, buscando casi sólo mi propio provecho. He de buscar principalmente el bien de mis amigos, desear hacerles felices. 5. No comprometer: O sea, poner en peligro de cualquier índole al amigo, precisamente por nuestra amistad en sí. No podemos divulgar la amistad que tenemos con alguien si por alguna razón ello le compromete o perjudica. 6. No ironizar: La ironía es hacer una broma punzante del otro; es dejarlo en mal lugar, es hacerle un poco de sangre. No se ha de ironizar a nadie, pero mucho menos a los amigos. ¿Por qué? Por dos razones: porque para ello se utilizan, a menudo, conocimientos y datos que son de la intimidad de la amistad, y además porque me aprovecho del amigo dado que él, por el bien de la amistad, quizá no responda del mismo modo. 7. No prostituir: No hemos de utilizar la amistad para otros fines. He de amar al amigo por lo que es, no por lo que puede dar, ni por el beneficio que puedo sacar, ni por el prestigio que pueda obtener al ser amigo suyo. No se puede buscar la amistad como medio para otras cosas. La amistad debe ser término en sí misma. No pretender conquistar la amistad con bienes materiales, sin darnos verdaderamente. 8. No cazar ni dejarse cazar: La amistad nos hace libres, no puede esclavizar. Se es amigo porque se quiere y se sigue siendo amigo porque se sigue queriendo. La amistad no debe atar. Hay gente que tiene miedo de que el amigo se le vaya y va tejiendo una sutil tela de araña hasta que lo enreda y lo tiene preso dentro. Por otro lado, hay personas que tienen un cierto miedo a ir por la vida, y se hacen vasallos de alguien más fuerte. Entonces, dentro de esa voluntaria red, se sienten felices pero están cazados para toda la vida. La amistad es una entrega, pero una entrega que, a la vez, te hace ir siendo más libre, no te ata, sino que te ayuda a desatarte de toda trampa. Antes hablábamos de no forzar. En esta característica de la amistad que ahora tratamos, el amigo no es de mi propiedad. No hemos de tratar de poseer personas, nunca. 9. No mandar ni dejarse mandar: Donde hay mando, es que hay autoridad, obediencia, eso mata la amistad. Mientras haya jerarquía (por ejemplo: padres-hijos, empresarios-obreros, entre otras) no puede haber verdadera amistad. En ésta, ha de haber libertad, nada de coacción, nada de dependencia o de obligación. Es propio del amigo no mandar sino pedir, solicitar, proponer. Y viceversa, no obedecer sino acoger, ser delicadamente dócil, pero libremente, no como un esclavo sino como un ser humano libre. 10. Amar y dejarse amar: Es mutuo por parte de todos los seres amigos, el amor. Si de estos sentimientos, yo soy el que quiere dar agua, pero como si nunca necesitara de ella, no pido que me quieran, incluso no me dejo querer, la amistad, así, se va desequilibrando. Dejarse querer es una tremenda humildad. Nos cuesta porque para ello tenemos que reconocer que somos limitados y que también necesitamos que nos amen,

Carnaval

Por Carnaval nos disfrazamos. En Cuaresma estamos invitados a llevar el vestido de la Transfiguración. Es un vestido diferente de todos los demás, ¡porque no nos cubre! Este traje es tan luminoso que muestra todo el misterio de la persona; nada queda escondido… Los discípulos Pedro, Santiago y Juan han podido ver la divinidad de Jesús. Han entendido mejor quien era Jesús, el Hijo bien amado. Dios nos invita a todos a una transfiguración, en el sentido de mostrarnos tal como somos, dejando fuera las apariencias… Y así, llevando el vestido de la transparencia, de la desnudez, de la autenticidad, del realismo, de la verdad, lo divino – que tiene cada uno de nosotros – se hace visible. Entonces, ¿quién no quisiera como Pedro, plantar una tienda para quedarse en el Tabor? ¡Pero hace falta bajar y estar dispuestos a dar nuestra vida para transfigurar el mundo! Pauline LodderFuente: Luz de clara esperanza, Edimurtra

Mensaje para los artistas

Con ocasión del año jubilar de la Iglesia Católica Romana el papa Francisco recuerda a los artistas su responsabilidad y lo que pueden aportar a la humanidad. Un mensaje inspirador. https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2025/documents/20250216-omelia-giubileo-artisti.html

Una sociedad libre de ceguera

Cada 15 de enero se conmemoran el natalicio de Martin Luther King (1929-1968), quien dedicó gran parte de su vida a la defensa de los derechos civiles de los afroamericanos, pero también a la construcción de una sociedad libre de “ceguera”, en donde todos coexistiéramos pacíficamente.Compartimos este artículo sobre su vida, su lucha y sus convicciones… https://www.elespectador.com/el-magazin-cultural/el-perdon-no-es-un-acto-ocasional-es-una-actitud-permanente-martin-luther-king

¿Qué esperamos?

Me pregunto: ¿Qué esperamos? En tiempos de Jesús el pueblo judío esperaba un Mesías… El fundamento de esta esperanza era la convicción que Dios cumple con su promesa. Pero ¿cuál fue esta promesa?En realidad, la percepción de la promesa de Dios fue evolucionando…En un principio no se hablaba de un Mesías. Más bien se trataba de la promesa de una tierra, de una descendencia…El profeta Isaías formula la promesa de Dios de otra manera: habitará el lobo junto al cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el ternero y el leoncillo pacerán juntos, un muchacho pequeño cuidará de ello…Su interpretación es que Dios prometía un mundo sin violencia… Cuando en Israel se instaura la monarquía, empieza la creencia que la promesa se realizará a través de una persona: un rey salvador…Pero resulta que después de cuatro siglos de monarquía no hubo paz, y el pueblo fue deportado a Babilonia. El hecho es que Dios nos sorprende siempre: ¡cumplió su promesa a través de una mujer! Dios anuncia a María de Nazaret que dará a luz un hijo y le pide que le ponga el nombre de Jesús, que significa El Salvador. Ella dice “sí” y, reformula las promesas de Dios proclamando el Magníficat.Los cristianos solemos afirmar que la promesa se ha cumplido en Jesús: que Él con su vida y sus palabras, inauguró el Reino de Dios aquí en la tierra. Me pregunto: ¿qué quiere decir esto cuando el mundo hoy arde de violencia, guerras e injusticias y está lleno de pobres, cautivos, ciegos, oprimidos…?La clave está quizás en María… Ella entendió que Dios, para realizar su promesa espera nuestra adhesión a su proyecto, llamado Reino de Dios; espera nuestro “sí”. Y este “sí” de la humanidad, -de cada uno de nosotros-, a la paz, la justicia, y el amor, tarda en darse. En vez de preguntarnos ¿qué esperamos?, quizás habrá que decir ¿Qué esperamos para dar nuestro “sí”? ¿Por qué tardamos tanto en confiar en el proyecto de Dios? La esperanza cristiana es que cada vez más personas digan “sí” a la invitación de Jesús: “que os améis unos a otros como yo os he amado.” (Jn 15, 12). Pauline Lodder, Pineda de mar

La vida vale más que una causa

El ataque del 7 de octubre 2023 de Hamás y otros grupos armados contra Israel, agravó de tal manera el conflicto árabe israelí, que un año después, solamente en Gaza, ya hay más de 40.000 muertos y 96.000 heridos. Además, ha desencadenado la violencia en toda la región del Medio Oriente, implicando otros países. También ha polarizado al Occidente: parece que todos tenemos que escoger entre ser pro-Israel o pro-Palestina. Acabo de leer un libro que se llama “Hijo de Hamás” . Se trata de la historia de Mosab Hassan Yousef, hijo mayor de unos de los fundadores de Hamás. Leer el testimonio de una persona directamente implicada en el conflicto nos abre horizontes diferentes a lo que, en general, proponen los medios de comunicación dominantes. El libro nos sumerge en la realidad de un niño palestino que en su infancia tiró piedras a los israelitas; de joven estuvo en prisión. Y viviendo al lado de un gran cementerio vio cada vez más entierros de jóvenes. Poco a poco, Mosab se da cuenta que la violencia no tiene sentido y cuando le ofrecen trabajar como espía para Israel, su objetivo principal es de evitar que haya más muertos a causa de los atentados terroristas. Su visión de la vida cambia definitivamente cuando entra en contacto con cristianos y lee el Nuevo Testamente. Unos de los versículos que más le impresiona es: Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. (Mt 5, 43-45). Mosab desea amar a todas las personas y descubre que los verdaderos “enemigos” a combatir son la codicia, el orgullo y las ideologías que viven en nuestro interior. Me pregunto ¿cómo es posible que en Occidente nos dejemos polarizar, en vez de promover una espiritualidad basada en el amor a todos? ¿Por qué no defendemos que la vida de los presentes en este mundo, -de las israelís, de los palestinos, de los rusos, de los ucranianos, y de cada persona que habita la tierra-, vale más que cualquier causa…? No nos dejemos llevar por la riada de violencia que inunda el mundo actual: ¡Seamos artesanos de paz! Pauline Lodder

Expectativas: ¿Por qué nos afectan y cómo manejarlas mejor?

Aprender a diferenciar los tipos de expectativas que existen te ayudará a poder materializar lo que realmente quieres. Introducción Parece que no existe un solo concepto de expectativa, ya que hay tantas expectativas en el mundo como creencias para el ser humano. Podemos hablar de las expectativas predictivas, de las expectativas normativas, de las expectativas merecidas, de las realistas y de las que se alejan de todo esto y nos permiten soñar en grande. Y no es que soñar a lo grande tenga algo de malo, pero si no somos conscientes de las consecuencias de vivir solo desde estos puntos de vista, puede llegar a ser contraproducente a largo plazo. No te preocupes. En este artículo, te contamos la forma en la que nos afectan las expectativas, sobre todo, cuando vienen del entorno. También hablaremos de cómo podemos estar en sintonía con nuestros deseos para hacerlos realidad. ¿Qué son las expectativas? No podemos brindar una definición de expectativa o teoría de las expectativas sin antes mencionar que estas se basan en aquellas creencias personales o deseos que tenemos sobre lo que sucederá o no en determinado momento.  Una expectativa de vida puede estar basada en una gran combinación de experiencias personales, anhelos, entornos y, ¿por qué no decirlo?, también de las personas que nos rodean. Es difícil hablar de expectativas por primera vez sin considerar que su raíz se divide tanto en aspectos subjetivos como en aspectos objetivos.  Algo muy curioso de las expectativas es que no suelen ser de la misma forma, es decir, existen expectativas de pequeña posibilidad y otras tantas que son casi seguras de materializar. ¿Cómo se manifiestan unas y otras? Ahí es donde está la gran pregunta, ya que muchas veces no somos conscientes del origen. Algunos anhelos pueden venir, tal vez, de forma automática, alimentados por nuestras ilusiones. Otros, por su parte, sí pueden ser de carácter reflexivo, y están más ligados a una posibilidad razonable.  La teoría de las expectativas no habla de algo malo, todo lo contrario. Forma parte de la motivación humana. Es una realidad. Es la información disponible que tenemos a nuestro alcance y que nos permite prepararnos para el futuro. A través de ella, podemos armar planes de acción ante determinadas situaciones. Tipos y ejemplos de expectativas Existen distintos tipos de expectativas. Conocer cada uno te ayudará a mantenerlas más ajustadas a la realidad y, desde luego, a poder materializarlas. ‍Expectativas predictivas‍ Con este tipo de expectativa, estamos casi seguros de lo que va a suceder en alguna situación cercana. Podemos imaginar, por ejemplo, lo que ocurrirá en la próxima entrevista de trabajo que tenemos agendada. Funciona como una recreación de lo que esperamos que suceda. Por lo general, estos pensamientos están estrechamente relacionados a situaciones similares vividas anteriormente, momentos parecidos que nos predisponen o, tal vez, se basan en experiencias de personas cercanas a nosotros. Además de imaginarnos un escenario, también mantenemos una expectativa en cuanto al estado de ánimo que podríamos tener: ¿estaremos felices, tristes, melancólicos, etc.? ‍Expectativas normativas‍ Pensar que una persona no va a fumar en un espacio cerrado, que un funcionario público nos tratará con amabilidad o que una persona no verá su móvil mientras cruza una calle son algunas de las expectativas que forman parte de las normas que hemos asumido dentro de la sociedad.  Todos conocemos y compartimos ciertos valores, es la información disponible que tenemos como colectivo. Por lo tanto, esperamos que los demás se comporten de determinada manera en diferentes situaciones sociales. ‍Expectativas merecidas‍ Puede ser una de las expectativas más subjetivas que tenemos, ya que se alimentan de lo que creemos merecer, desde nuestro punto de vista. Por ejemplo, si somos buenos empleados (cumplimos con nuestras obligaciones, somos puntuales, tratamos a todos con respeto, y más), pensamos que el próximo ascenso será nuestro. ‍El problema de este tipo de pensamientos empieza cuando son irracionales. Aquí ignoramos los deseos de otros, no contamos con los imprevistos propios de la vida ni con la incertidumbre constante. Las consecuencias de esto son indignación y sufrimiento. El mundo no nos parece justo, pero no significa que lo sea. Es nuestra percepción.  ¿Cómo nos afectan las expectativas de los demás? Es cierto que las expectativas que tenemos de nosotros mismos nos afectan. Pero también es cierto que las expectativas que los demás tienen de nosotros pueden llegar a transformarnos, tanto así, que podemos llegar a tener actitudes que antes no podíamos ni imaginar. Las creencias de los demás sobre nosotros son una fuerte influencia. El psicólogo e investigador Bob Rosenthal, al principio de su carrera, demostró cómo los pensamientos y expectativas personales pueden influir en lo bien que una rata maneja un laberinto. Como parte de su experimento, colocó carteles con las palabras «inteligente» y «tonta» en las jaulas de las ratas. Ninguna de estas categorías era cierta. Fueron colocadas al azar por primera vez. Luego, invitó a su laboratorio a un grupo de investigadores y les propuso trabajar con las ratas para ver que tan bien completaban un laberinto. El resultado fue que las ratas «inteligentes» lo hicieron el doble de bien que las «tontas». Puedes conocer más de este experimento aquí. El experimento de Rosenthal y de sus colaboradores reflejó la influencia y la importancia de la teoría de las expectativas. El concepto que tiene el ser humano sobre sí mismo se ha creado por las expectativas que tienen los demás. Si miramos atrás, podremos darnos cuenta de esto: nuestros padres han sido una gran influencia, al igual que nuestros maestros y amigos de la infancia. Este tipo de influencia puede tener importantes consecuencias: positivas y negativas. Este efecto, conocido como Pigmalión, es muy importante para entender cómo influimos los unos con los otros. Si estamos trabajando en una empresa, podemos ver el efecto Pigmalión cuando uno de los líderes tiene formada una determinada imagen de sus empleados y los trata según esa expectativa que se ha formado en su mente. El empleado puede percibir esa mirada, aunque nadie se la diga. Si es positiva,

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