Paz en movimiento
RESPETARSE EN EL AMOR

Las personas nos plenificamos en el amor sincero, en la donación de uno mismo a otras personas, en respeto y acogida. Y sin embargo vemos cómo ese camino es laborioso y en realidad poco frecuente. Requiere aprendizaje y madurez. El ejemplo más doloroso de esas dificultades es la violencia contra las mujeres, que tiene mil caras. Se manifiesta de modo muy distinto en las áreas geográficas del mundo. Por ello, como en todos los fenómenos complejos, no se pueden buscar soluciones instantáneas ni dar respuestas simplistas. La repetición de fórmulas de rechazo del machismo y al heteropatriarcado no parecen dar ningún fruto. Tampoco la satanización de los varones por el mero hecho de serlo genera la imprescindible colaboración que se requiere para afrontar este problema. Distingamos ante todo las agresiones anónimas de las personales. Las “anónimas” son las violaciones en la guerra o los secuestros y desapariciones de mujeres, que se dan en su mayoría por parte de desconocidos hacia mujeres por el simple hecho de serlo. Esas formas de agresión no van contra la persona concreta, y suelen tener motivaciones políticas, ideológicas, religiosas, estratégicas o económicas. No voy a entrar en este amplio campo, que requiere un enfoque sociocultural, legislativo y penal que escapa a mis conocimientos. Me fijaré en cambio en la violencia que se vive de manera personalizada dentro de las parejas o la familia, y termina tantas veces en muertes violentas de mujeres por parte de quienes fueron sus compañeros sentimentales. Aquí la violencia está dirigida a la persona, a ese ser humano único e irrepetible con el que se tuvo un vínculo y una cercanía a veces de años. El enfoque únicamente policial y legal para contener este problema es completamente insuficiente. Aquí se trata de una relación en la que están en juego dos personas (además de familiares y entorno cercano). En ese ámbito la violencia suele empezar de manera sutil e ir creciendo con el tiempo. ¿Qué ocurre? ¿Cómo se pasa de la atracción, el enamoramiento y la sintonía sexual al odio, el desprecio y la sed de venganza? ¿Por qué las mujeres no ponen el correctivo o freno necesario? Me parece que convergen dos aspectos que tienen que ser tratados a la vez porque son correlativos. Se trata de dinámicas cuyo origen está en el autoconcepto y la autoestima de cada miembro de la pareja. Son ambos los que se relacionan de un modo tóxico en el que la atracción se confunde con el amor. Esa forma patológica de dominio-sumisión va agravándose en el tono de las palabras, en el control por parte del dominador, en inseguridad por parte de la dominada. Y a la vez se eleva la frustración, la desconfianza, la violencia activa o pasiva, el desgaste mutuo. No todas las relaciones tóxicas desembocan en el asesinato de la mujer. Muchas pueden vivirse así durante años por ignorancia o temor a amar de otra manera. Así pues, las raíces de esa violencia no son jurídicas. Son familiares, educativas y culturales. Se originan en desarrollo precoz de las personas, de su seguridad básica, de su autoestima, de su manera de relacionarse con los demás. Hay contextos culturales que favorecen estas dinámicas, pero en Occidente, donde hace ya dos generaciones que se ha avanzado en igualdad legal y educativa, estas dinámicas perversas se dan entre adolescentes. Quienes creemos en la vocación de toda persona al amor, hemos de favorecer en todo lo posible el respeto de niñas y mujeres hacia sí mismas. La consciencia de que su valor no depende del aprecio por parte de un varón o una persona dominante. Y a ellos, ofrecerles modelos masculinos no prepotentes ni agresivos. Enseñarles a ambos, dinámicas de comunicación asertiva y respetuosa, La pedagogía del amor es urgente en la familia, en la escuela y en las redes sociales. La vida y la vocación al amor de miles de personas, hombres y mujeres, está en juego. Leticia SOBERÓN MAINERO, psicóloga y doctora en Comunicación
Grietas

En catalán se conoce como “terrissa de volta” (cerámica de bóveda), aunque en otras latitudes se le llama “loza quebrada”. Desde que se comenzaron a construir bóvedas, pero sobretodo a partir del siglo XV, se hizo necesario rellenar aquellos espacios vacíos que se generaban entre la curvatura de dichas bóvedas y el plano liso que correspondía al nivel superior. La solución que se planteaba era la utilización de material ligero, como la ceniza o piezas de cerámica rotas, que ya no servían para su función original. A partir de obras de restauración y reforma en edificaciones antiguas, se han encontrado al interior de las bóvedas restos de cerámica o piezas enteras con “defectos”. Estas piezas resultan de procesos fallidos en la cocción del barro, los cuales ocasionan grietas o fracturas, haciéndolas no practicables para el uso al cual serían destinadas. Son piezas generalmente completas que presentan gran resistencia al estar totalmente cocidas. Suelen encontrarse cántaros, jarras, botijos, cuencos, morteros, orinales… formas que ocupan el máximo espacio con el menor peso posible. Son piezas funcionales, generalmente de factura popular, hechas en serie, sin mayor cuidado estético y acabados sencillos. Los constructores solían encargar a los alfareros partidas de estas piezas defectuosas. Aunque la cerámica perdía su valor de mercado, los productores la conservaban cuidadosamente porque adquirían un valor de “relleno”. Tanto a los alfareros, como a los constructores interesaba que no sufrieran daños, ya que su estructura era importante para el nuevo uso de soporte que adquirirían dentro de las bóvedas. Una reflexión antropológica nos hace cuestionarnos sobre cómo también hay personas que sufren fracturas en su vida por fallos del sistema. Estas personas pierden su “valor de mercado” dentro de la lógica capitalista. Son condenadas a ser piezas de relleno, escondidas a la vista de la estética social, cumpliendo una función de soporte para que no se nos caiga el techo ni se nos hunda el suelo. Traslado esta lectura al hecho migratorio. En este siglo XXI miles de personas se desplazan anualmente desde sus lugares de origen buscando oportunidades laborales. Salen de países que fueron colonizados y cuyos recursos naturales fueron y siguen siendo explotados por intereses extranjeros sin que ellos vean los beneficios. Gravando también sobre aquellos territorios daños ecológicos irreparables. Estas “fracturas”, estos “fallos de origen” expulsan a las personas de sus tierras, orillándolas a viajes que sirven de colador para que sólo lleguen los más fuertes o los que corran con suerte. Convertidos en migrantes, llegan a los mal llamados países desarrollados para convertirse en esas piezas de cerámica que sirven para soportar las cargas pesadas de nuestras sociedades de consumo. Y aquí viven escondiéndose como jarros rotos por no tener papeles, pero llevando a cabo trabajos duros y mal pagados. Cuando estas personas migradas consiguen un mínimo de ingresos, lo destinan a sus familias, aún a expensas de vivir en situaciones infrahumanas entre nosotros. Para ellas es más importante cumplir con este deber moral de ser proveedores, aunque descuiden su propia integridad. Además de realidades como la migración, nuestras sociedades presentan muchas otras grietas. Es importante despertar una sensibilidad que se atreva a mirar a través de estas fracturas, que también son las nuestras. No hay sociedad perfecta, porque todo lo humano es falible. Y, porque es humano, es digno de ser mirado a los ojos y ser llamado por su nombre. Ninguna persona estamos aquí de relleno, aunque estemos pasando por algún proceso vital que comporte fracturas. Javier Bustamante Enríquez Poeta Fuente: Ámbito de Investigación y Difusión María Corral
Los movimientos Populares y León XIV

Re-visitando la Doctrina Social de la Iglesia Sin pretensión de resumir, deseo con estas letras invitarles a leer el contundente mensaje del Papa León XIV a los movimientos populares durante el Quinto Encuentro internacional y la Peregrinación Jubilar, realizado recientemente en Roma, en el cual, además de reconocer el papel crucial de los movimientos populares en la búsqueda de la justicia y en la construcción de una sociedad más equitativa, manifestó su respaldo a “las luchas sociales por la tierra, el techo y el trabajo”, a los que llamó “derechos sagrados esenciales para la dignidad humana por los que vale la pena luchar”. El Pontífice criticó las injusticias, la desigualdad económica, la concentración de la riqueza y el poder, los efectos negativos de la crisis climática y el desarrollo tecnológico; destacó la necesidad de una nueva economía que priorice la dignidad humana y la justicia social, y que aborde las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad. Se refirió al trato inhumano a los migrantes y a la marginación de los mas pobres a quienes llamó: “campeones de la humanidad y testigos de la justicia”; alentó “su caminar juntos para seguir trabajando en la promoción de la solidaridad y la justicia social”, “Ustedes son los poetas de la solidaridad, son los que crean esperanza y unión en la diversidad”. «Los movimientos populares llenan el vacío creado por la falta de amor con el gran milagro de la solidaridad, fundada en el cuidado de los demás y en la reconciliación». Encontramos en el texto, referencias directas a las encíclicas de sus antecesores, a las cuales otorgó total vigencia. La Rerum novarum sobre la cuestión social y laboral, las Fratelli tutti y Sollicitudo rei sociales, centradas en la fraternidad y la solidaridad para resolver los problemas sociales y económicos y a la Laudato sí que aborda la protección de la creación y el cuidado del medio ambiente. Especial referencia hizo el Papa al documento Gaudium et spes del Concilio vaticano II sobre la relación de la iglesia con el mundo moderno: La Iglesia debe ser una institución que se acerca a los pobres y vulnerables, que apoye y acompañe a los movimientos populares y trabaje para promover su dignidad y bienestar. «Estoy con ustedes», «La Iglesia debe estar con ustedes: una Iglesia pobre para los pobres, una Iglesia que se arriesga, una Iglesia valiente, profética y alegre». Este compromiso expreso y manifiesto, nos convoca a mantenernos fieles al evangelio en el amor y a practicar la Doctrina Social de la Iglesia, acompañando a los más vulnerables y desvalidos. León XIV es un pontífice inserto en el mundo y comprometido en la búsqueda de soluciones a las problemáticas que viven y padecen las comunidades eclesiales del pueblo de Dios, en todo el mundo, dispuesto a denunciar las injusticias y anunciar el evangelio; un pastor dialogante que construye puentes, promueve la comprensión mutua y une esfuerzos entre diferentes sectores de la sociedad para abordar los desafíos globales y alcanzar la justicia y la dignidad humana. Rocío Jiménez B. Colombia
La esperanza, semilla del renacer interior

Vivimos tiempos en los que hablar de esperanza puede sonar ingenuo. Sin embargo, cuando las certezas se desmoronan y el futuro parece incierto, es precisamente la esperanza —esa emoción tan silenciosa como poderosa— la que sostiene la posibilidad del cambio. Richard Boyatzis, con su modelo de aprendizaje autodirigido, nos recuerda que todo proceso de transformación personal comienza con un acto profundamente humano: creer que es posible llegar a ser alguien mejor, más pleno, más coherente con los propios valores, desde una base real. El yo ideal: el faro que guía en la niebla En esta primera fase, Boyatzis propone que el cambio parte del yo ideal, esa visión íntima de lo que deseamos ser. No se trata de una meta superficial, sino de una imagen cargada de sentido y emoción. En ella habitan nuestros sueños, nuestras aspiraciones más nobles y, sobre todo, la esperanza. Esa esperanza no es pasiva ni ingenua, sino que moviliza energía y perseverancia. Nos impulsa a actuar en dirección a nuestras metas y nos permite sostener el esfuerzo incluso cuando los resultados tardan en llegar. La esperanza, entendida así, no es un deseo vago, sino un combustible psicológico que fortalece la voluntad consciente. El yo real: el espejo que no siempre queremos mirar El cambio requiere también un encuentro honesto con el yo real. Mirarnos sin máscaras ni defensas puede resultar doloroso, pero solo al reconocer nuestras fortalezas y debilidades podemos trazar un camino auténtico hacia el crecimiento. En este punto, la esperanza vuelve a ser esencial: sin ella, el espejo del yo real solo reflejaría carencias; con ella, se convierte en un mapa de posibilidades. Boyatzis sugiere que el foco no debe ponerse únicamente en corregir errores, sino en fortalecer aquello que ya funciona bien. La esperanza, de nuevo, nos ayuda a mirar con amabilidad lo que somos, sin rendirnos ante lo que aún no hemos logrado. La agenda del cambio: cultivar la esperanza en acción El proceso de transformación personal requiere un plan, una hoja de ruta emocional y práctica. Pero más allá de los objetivos, Boyatzis resalta la necesidad de activar lo que llama el “atractor emocional positivo”: un conjunto de emociones —entre ellas la esperanza, el optimismo y la autoeficacia— que crean un estado fisiológico y mental propicio para el aprendizaje y la renovación. Cuando la esperanza domina sobre el miedo, el cerebro se abre, el cuerpo se calma y la creatividad florece. Es entonces cuando el cambio se vuelve sostenible, no forzado. La esperanza, en este sentido, no solo es una emoción; es una condición biológica para el crecimiento. Practicar, fallar, persistir Nada cambia de un día para otro, por eso en la cuarta fase de este modelo, se indica que la transformación requiere práctica, repetición y paciencia. Aprender nuevas formas de pensar, sentir o actuar es un proceso que se consolida poco a poco. Visualizar el yo ideal —ese futuro posible que deseamos alcanzar— nos ayuda a mantener el rumbo cuando la duda o el cansancio aparecen. Y aquí la esperanza vuelve a desplegar su magia: nos da permiso para fallar sin rendirnos, para empezar de nuevo sin perder la fe. El poder de las relaciones resonantes Nadie cambia solo. Las relaciones significativas, aquellas donde somos vistos y aceptados tal como somos, actúan como espejos y refugios. Nos sostienen cuando flaquea la voluntad y nos recuerdan quiénes queremos ser cuando la confusión nos desorienta. La esperanza también se contagia: crece cuando alguien confía en nosotros, cuando nos miran con esa mezcla de ternura y fe que dice “sé que puedes”. Esperar, pero también actuar La propuesta de Boyatzis no es un canto ingenuo al optimismo. Es un recordatorio profundo de que la esperanza es una fuerza activa, no un refugio pasivo. Es lo que transforma el deseo en compromiso, la visión en acción, la intención en cambio real. En un mundo que premia la inmediatez y el miedo al fracaso, mantener viva la esperanza es casi un acto de rebeldía. Significa elegir creer —una y otra vez— en la posibilidad de ser mejores, de sanar, de reinventarnos. Quizás la esperanza no cambie las circunstancias externas, pero sí transforma el modo en que nos relacionamos con ellas. Es el hilo invisible que une lo que somos con lo que soñamos ser; la emoción que da forma al coraje, la constancia y la fe en el propio camino. Porque al final, todo cambio verdadero comienza con un simple gesto interior: atreverse a esperar. Sara Canca RepisoPsicóloga del Centro Integral de Psicología Psiete Fuente: Hoja Ntra. Sra. de la Claraessperanza No. 227 – https://hoja.claraesperanza.net/2025/11/la-esperanza-el-hilo-invisible-del-cambio-interior/
Jane Goodall, ¿su última aventura?

El 1 de octubre de este año, falleció la famosa etóloga, y primatóloga inglesa Jane Goodall.Conocida por su trabajo científico sobre los chimpancés, por su labor por la paz y la defensa dela naturaleza. Contestando en una entrevista, cuál era su próxima aventura, ella dijo que eramorir. Su vida y también su serenidad ante la muerte, es una enseñanza para muchos. Les compartimos este video. Más abajo ponemos un enlace para escuchar una entrevista (via Ondacero@_es) con Laia Dotras, co-directora del Instituto Jane Goodall en Madrid. Para escuchar la entrevista: https://www.ondacero.es/programas/la-rosa-de-los-vientos/audios-podcast/mujeres-con-historia/legado-jane-goodall-cuando-conoces-das-valor_2025100668e32f4b0e3c6c5098250fa4.html
Lo que la Historia exige del presente

Pedro Pastor canta en Los olvidados a la dignidad de quienes fueron perseguidos durante la dictadura franquista. Un homenaje necesario. Una memoria que interpela. Pero en pleno siglo XXI, esa misma canción me lleva a mirar no solo al pasado, sino al presente sintiéndome responsable de él. Hoy quiero decir con claridad: no olvidaré que la gran mayoría de las personas anhelamos vivir en paz. No solo con paz externa, sino desde la paz interior. Sin embargo, la realidad nos golpea con fuerza. Las fracturas de la paz son visibles en demasiados rincones del mundo. También cerca de nosotros. Sí, es difícil lograr la paz. Y a veces, desmoralizante. Pero no podemos quedarnos paralizados. Cuanto más conozco el pasado, más me siento comprometida con el presente. Con ganas de hacer algo útil; de aportar, aunque sea poco, a un mundo más justo. Sabemos que no es una tarea sencilla. Los obstáculos son muchos: intereses políticos, económicos, ideológicos. A eso se suman heridas históricas que no terminan de cerrar y resentimientos que se heredan, muchas veces sin entender por qué. Por eso propongo detenernos en algunas ideas que podrían ayudar a construir desde otro lugar. Desde el respeto, la justicia, la equidad; y sobre todo, desde la voluntad de avanzar. ¿No olvidar el pasado? Por supuesto que no. Pero que ese recuerdo no sea un lastre o atadura, sino un impulso. Una razón más para construir un presente más justo, más libre y humano.
Lenguas que se abrazan abriendo caminos

Emotivo discurso de ingreso a la Academia Colombiana de la Lengua, de Bárbara Muelas, primera mujer indígena en lograr este honor que lo celebra no sólo como un logro personal, sino como la apertura simbólica de un espacio para las voces ancestrales y silenciadas de los pueblos indígenas, especialmente el misak. Con profunda gratitud, repasa su vida marcada por el silencio impuesto a las mujeres, y cómo lo transformó en reflexión, escucha y palabra responsable. Destaca la riqueza del namtrik, lengua misak, cuya visión del tiempo, el espacio y el territorio contrasta con la cultura occidental al concebirlos como realidades vivas, relacionales y circulares. Acentúa la importancia de la educación intercultural y del diálogo lingüístico como caminos para preservar la diversidad cultural y propone una alianza entre la Academia y los pueblos indígenas para proyectos como, por ejemplo, el diccionario español-namtrik, símbolo de resistencia y de esperanza. Finaliza el discurso con un llamado a tejer una Colombia más justa desde un “territorio conversado”, donde todas las lenguas y culturas caminen juntas hacia un futuro compartido.
De aquí a Aquí (sabiduría perenne)

Reseña del libro El teólogo y antropólogo, Javier Melloni en su libro De aquí a Aquí, nos conduce hacia el pozo interior que hay en cada ser humano. “Lo que buscamos fuera está en nosotros. Todo está Aquí. No lo alcanzamos hasta que no logramos que el fruto del árbol nazca en nosotros, en lugar de arrebatarlo”. En De aquí a Aquí, ofrece la posibilidad de seguir nuestro peregrinaje vital, invitándonos a traspasar 12 umbrales que, como la cima de una montaña, nos elevan hacia la esencia más pura, humana y divina que hay en cada ser: “Lo que realmente permite traspasar el umbral del aquí autoafirmativo al Aquí abierto a la alteridad es llegar a venerar toda existencia, acoger el carácter sagrado de cada ser”. Se trata de pasar de la cerrazón a la apertura, del ruido al silencio, de la dispersión a la atención, de la resistencia a la rendición, del escoger a acoger, del hacer al dejarse hacer, del saber al no-saber, del juicio a la bendición, de la exigencia al agradecimiento, de ocupar un sitio a generar un lugar, del aislamiento al inter-ser y, finalmente, de la ausencia a la Presencia. “La llamada que nos llega de tantos modos -dice Melloni- es siempre y para todos la misma: vivir autopresentes en la comunión cosmoteándrica en cada momento y situación, lo cual se abre en tres direcciones: hacia las cosas, haciendo un uso reverencial de ellas; hacia las personas, teniendo un respeto sagrado por cada ser humano y hacia la Presencia silente que se vierte por doquier y que se expresa de tantas maneras como tradiciones religiosas y espirituales existen”. Este libro experiencial de Melloni, además recoge abundantes citas del legado de las diversas tradiciones religiosas y espirituales, ofreciendo sugerencias para traspasar lo superficial de nuestras vidas y dar con la base que sostiene lo real: trascendencia e inmanencia que se encuentran Aquí mismo, en el lugar en el que cada momento nos hallamos. “Tan cerca, tan lejos, Tan lejos, tan cerca… De Ahora y de Aquí mismo”.
Simplicidad elegante, de Satish Kumar.

Lectura para el verano En pleno estío del hemisferio norte, muchos aprovechan las vacaciones para descansar, cambiar de rutina y, por qué no, leer. Entre las recomendaciones para esta temporada podría estar, Simplicidad elegante del pensador y activista indio Satish Kumar. Exmonje jainista, Kumar ingresó al convento a los nueve años por decisión propia. Sin embargo, a los 18, tras leer un libro de Mahatma Gandhi, abandonó la orden para seguir a Vinoba Bhave, uno de los principales discípulos de Gandhi y referente de la no violencia y la reforma agraria en la India. Su compromiso con la paz y el desarme nuclear lo llevó a recorrer a pie más de 12.000 kilómetros por distintos países, en una peregrinación que combinó espiritualidad, acción pública y activismo. Hoy vive en Inglaterra, donde continúa abordando temas sociales, ecológicos y espirituales desde una perspectiva holística. Es fundador del Schumacher College, un centro internacional de estudios ecológicos, y referente global en educación alternativa y sostenibilidad. En Simplicidad elegante, Kumar repasa su vida y sus ideas fundamentales. Escrito en su octava década de vida, el libro ofrece una mirada personal y filosófica sobre cómo la simplicidad puede ser una herramienta de transformación individual y colectiva. Para el autor, vivir con menos no es un acto de carencia, sino de claridad: dejar atrás el ego para reconectarse con el entorno, las relaciones y el sentido profundo de la existencia. El libro propone una «trinidad» para enfrentar las crisis actuales: tierra, alma y sociedad. Kumar llama a salir de la zona de confort para integrar estos tres ámbitos como base de una vida más justa, consciente y sostenible. Más que un manifiesto, Simplicidad elegante es una invitación a una revolución serena, a repensar el modo en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos con el planeta. Una lectura inspiradora, ideal para quienes buscan renovar sus ideas durante este verano. Anna M. Ollé