Celebremos el feminismo como un soplo de aire fresco

El tema del Día Internacional de la Mujer, » Igualdad de género hoy para un mañana sostenible «, celebrado en marzo de 2022, me recordó a la fallecida Kamla Bhasin , una icónica científica social india y feminista socialista por convicción. Su famosa cita se me quedó grabada para siempre: «¡Los hombres de calidad no le temen a la igualdad!»  Trabajó con las Naciones Unidas durante 27 años en asuntos como igualdad de género y justicia, medios de vida sostenibles, patriarcado, feminismo, políticas de identidad y militarización y, con un programa de propiedad compartida llamado Sangat, una red feminista, para los derechos humanos. Mientras me preparo para las actividades del próximo Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo de 2023, la primera actividad que pensé fue escribirle a Global Sisters Report sobre el tema del feminismo. Kamla Bhasin dijo : «Conozco a suficientes mujeres que son totalmente patriarcales, que están totalmente en contra de las mujeres, que les hacen cosas desagradables a otras mujeres, y he conocido a hombres que han trabajado por los derechos de las mujeres toda su vida. El feminismo no es biológico: el feminismo es una ideología». Creo que para que el Día Internacional de la Mujer sea impactante hay que entender qué es el feminismo. Según el sitio web del Día Internacional de la Mujer, «Gloria Steinem, feminista, periodista y activista de renombre mundial, explicó una vez : ‘La historia de la lucha de las mujeres por la igualdad no pertenece a una sola feminista, ni a ninguna organización, sino a los esfuerzos colectivos de todos los que se preocupan por los derechos humanos.’ « quiero ir más allá; no sólo trabajando colectivamente por los derechos humanos sino por los derechos de todos los seres. El feminismo exige que rompamos los estereotipos y la discriminación entre «nosotros» y «ellos» y abracemos la espiritualidad de «ambos y» donde se valora y celebra la diferencia. Al educar a sus nueve hijas, mi padre adoptó una posición contracultural a favor de la educación femenina; esa fue una opción feminista que iba contra las corrientes de la sociedad patriarcal. Nos hizo valernos por nosotros mismos, al hacer de la educación una alternativa a la dote.  La formación y educación familiar que recibí me hizo tomar conciencia de mi dignidad como persona creada a imagen y semejanza de Dios, y encendió la chispa divina del feminismo. Más tarde, mientras servía a los indígenas desfavorecidos, especialmente a las niñas y mujeres en áreas tribales remotas de Gujarat, Rajasthan, Odisha y Maharashtra; y más tarde, cuando serví como presidente del Consejo de Religiosos de la India en la diócesis de Vasai, me di cuenta profundamente de la desigualdad incrustada en la sociedad india y la actitud discriminatoria hacia las niñas/mujeres. En el camino aprendí que el feminismo no es cambiar las manos que detentan el poder sino cambiar la definición de poder.   Existe un malentendido generalizado de que las feministas son anti-iglesia y anti-masculinas. Que no van regularmente a Misa y reaccionan a los sacerdotes; son personas enojadas, rebeldes que adoptan una postura de confrontación y son demasiado críticas y hacen demasiadas preguntas. Algunos son reacios incluso al uso de la palabra feminismo. Aunque las feministas son en realidad anti-desigualdad y no anti-hombres, ¡para muchos la palabra «feminismo» es una mala palabra!  Veo el feminismo como pro-iglesia, pro-humanidad y pro-ecología, en definitiva pro-todo ser. Si bien algunas feministas en los primeros días adoptaron posturas antipatriarcales extremas, también es bueno tener en cuenta que aquellos que quieren aferrarse al patriarcado tienen un interés personal en etiquetar y difamar a todas las feministas.  El feminismo es una visión del mundo. Al ver la vida desde abajo, critica los sistemas construidos sobre el poder de unos pocos y la impotencia de la mayoría. La cosmovisión feminista promueve el pensamiento y la vida compasivos. Es holístico y fomenta la conexión íntima con la Madre Tierra. Ve la carne como una bendición. El feminismo celebra cualquier movimiento no jerárquico, igualitario en cuanto a la distribución de los recursos, el cuidado del planeta y la dignidad de la vida de todos los seres, y se enfoca en promover la paz cósmica. Una cultura patriarcal entrena a los hombres para ser agresivos y altamente competitivos, por lo que no es de extrañar que tengamos tanta violencia y tantas guerras. Los heridos siguen hiriendo a otros, perpetuando así la cadena de violencia. Todas tienen que pagar un alto precio por ignorar o suprimir la dimensión femenina. Gloria Steinem dijo: «Una feminista es cualquier persona que reconoce la igualdad y la humanidad plena de mujeres y hombres». El feminismo exige un sano equilibrio entre lo racional y lo emocional tanto en mujeres como en hombres. Definir los sexos por rasgos estereotipados y limitarlos por razones físicas a roles separados, debería ser reemplazado por la noción de «ser-idad» cósmica. La diferencia básica entre los sexos es un ejemplo de cómo la naturaleza crea diversidad. Las feministas son hombres y mujeres con diferentes orientaciones, con capacidad intelectual y coraje heroico para desafiar audazmente los poderes religiosos y políticos. En una sociedad de género, las feministas no buscan la igualdad absoluta (que es prácticamente imposible), sino el derecho a ser tratadas en pie de igualdad con los demás seres humanos. El feminismo es una lucha por el reconocimiento del valor de cada ser.  En su libro Heart of Flesh, Joan Chittister explica claramente una cosmovisión alternativa: El feminismo es una nueva cosmovisión… y una espiritualidad, que el mundo y la iglesia ignoran para peligro de todos nosotros y de sí misma también… [no] se trata simplemente de la feminidad. Se trata de otra forma de ver la vida, de otro conjunto de valores diseñados para nutrir un mundo moribundo y rescatar a cualquier persona que haya estado demasiado tiempo bajo sus pies, demasiado ignorada, invisible, invisible. El feminismo se trata de una nueva forma de pensar tanto para las mujeres como para los hombres que están cansados ​​de la carnicería, asqueados por la explotación del mundo, desilusionados por las luchas por el poder y buscando… un corazón de carne en un mundo de piedra. Defender la igualdad y la justicia hará que seamos rechazados, descartados y amenazados por hombres y mujeres con mentalidad patriarcal. Solo los hombres

Cosas que no se olvidan

Cosas que no se olvidan es el título de una de las películas del director de cine estadounidense Todd Solondz, conocido por sus sátiras oscuras y reflexivas sobre la sociedad. Transcribo una secuencia de la película: La escena muestra una típica familia de clase media americana dispuesta a compartir la cena. Uno de los hijos explica –para romper el ambiente de tensión que reina en la mesa, que en el instituto están estudiando el Holocausto. La madre se interesa por el tema y le pide al hijo que explique cuál es la opinión del profesor sobre el tema. El hijo explica que tienen que hacer una entrevista a algún superviviente de un campo de concentración; y pregunta a su padre si conoce alguno. La madre salta enseguida:–Tu abuelo es un superviviente.–¿Cómo el abuelo? Si él vino a América.–Bueno, vino a América huyendo de Hitler. Se salvó porque huyó. Si no hubiera huido, habría muerto en los campos de concentración, como su hermano y sus hijos. El hijo mayor, que todavía no ha abierto la boca dice:–¿Y él es un superviviente?–Sí, claro… tuvo que huir.–Superviviente habría sido el tío que fue al campo de concentración si hubiera salido con vida.–… Tu abuelo, y nosotros… todos somos supervivientes… Silencio. Ambiente tenso. El hijo mayor dice:–Pero, si Hitler no hubiera perseguido a los judíos, el abuelo no hubiera huido a América, y tú no hubieras conocido a papá…–Si no es por Hitler… ¡yo no nazco! El padre, atónito, lo echa de la mesa:–¡Vete! ¡Vete! ¡¡Fuera de la mesa!! (Tellingstories. Director: Todd Solondz. EEUU, 2001). Lo miremos desde el ángulo que lo miremos, somos históricos: somos seres que, para haber empezado a ser, hemos dependido de la historia. Como apunta Alfredo Rubio, co-autor de la Carta de la Paz dirigida a la ONU, “cualquier cosa distinta de las que incidieron en nuestro origen habría ocasionado que no existiéramos”. Esta evidencia, que se nos muestra tan clara y diáfana, para el padre de este adolescente, le supone un puñetazo de tal calibre que lo único que atina a decir es: “¡Vete! ¡Fuera de la mesa!”. Otra película, la Dama de Oro (Woman in gold. Director: Simon Curtis. UK, 2015), toca el tema de la Historia y la Memoria sobre el Holocausto a partir de los descendientes de supervivientes, aunque desde otro ángulo complementario: en este caso una anciana judía que vive en Los Ángeles reclama al estado austríaco la devolución del retrato de su tía judía Adèle Bloch-Bauer, pintado por Gustav Klimt y robado por el régimen nazi en Viena: en una escena que transcurre también en una mesa, en este caso en una mesa del proceso de mediación entre la anciana sobrina y el representante del estado austríaco, la reclamante le llega a decir al representante estatal que está dispuesta a renunciar a la propiedad del cuadro si el representante estatal reconoce el mal histórico causado a su familia y a los ciudadanos austríacos causado por el régimen nazi y las complicidades del estado austríaco con el nazismo antes y durante la segunda guerra mundial. Ante el intercambio de palabras sobre la historia y la memoria el resultado acaba siendo el mismo: ante la negativa del representante austríaco la anciana se siente expulsada de la mesa y acaba el proceso de mediación. La Carta de la Paz dirigida a la ONU, en su punto IV, señala que «es fructuoso conocer la Historia lo más posible. Pero vemos que no podemos volverla hacia atrás. Vemos, también, que si la Historia hubiera sido distinta -mejor o peor-, el devenir habría sido diferente. Se habrían producido a lo largo de los tiempos otros encuentros, otros enlaces; habrían nacido otras personas, nosotros no. Ninguno de los que hoy tenemos el tesoro de existir, existiríamos». Esto no quiere insinuar en absoluto que los males desencadenados por nuestros antepasados no fueran realmente males. Los censuramos, repudiamos y no hemos de querer repetirlos. La sorpresa de existir facilitará que los presentes nos esforcemos con alegría para arreglar las consecuencias actuales de los males anteriores a nosotros. Si descubrimos la existencia como el mayor bien que poseemos –pues sin ella no puede darse ningún otro bien posible como la vida, el amor, la amistad, la libertad, la paz…–, y aceptamos que somos seres históricos, fruto de esta historia concreta, tal y como pasó y no otra… estaremos inmunizados contra cualquier resentimiento histórico que pudiera colarse al hacer un mal uso o abuso de la memoria [histórica]. Entonces, desearemos que nos muestren y enseñen nuestra historia de la manera más objetiva posible. La historia familiar, grupal, colectiva, nacional… los aciertos, errores, incluso las maldades y las injusticias… todo toma otro cariz cuando uno cae en la cuenta que sólo esta historia –y no otra– posibilitó mi existencia. Y, al mismo tiempo, con la certeza que no podemos cambiar los hechos históricos y centrados en el hoy podemos tomar conciencia de las potencialidades del presente: reconocer el mal causado tanto a nivel individual como del tejido social y explorar vías de reparación moral y material no cambian los hechos históricos pero pueden diluir resentimientos y cambiar creativamente el presente y, sobre todo, transformar a personas y pueblos para una convivencia más fértil y madura. La revalorización y el reconocimiento de las personas y los colectivos aparecen como ejes claves para enfrentar juntos y transformarse juntos en la gestión –en tiempo presente– de los hechos conflictivos, violentos o dañosos del pasado, como destacan reconocidos estudiosos de conflictos y de la mediación transformativa como Bush y Folguer (Barush Bush, R.A. y Folger, J.P. La promesa de mediación: cómo afrontar el conflicto a través del fortalecimiento propio y el reconocimiento de los otros. Editorial Granica, 1993). Hoy en día, ya nadie niega que es bueno y necesario conocer la Historia. Pero no por eso, tenemos que dejar de precavernos sobre los abusos que de ella se puedan hacer. Tzvetan Todorov, dice que estamos en una época en que los occidentales, y más concretamente los europeos, parecemos obsesionados por el culto a la

El arte de preguntar en los procesos de mediación

La técnica o intervención más usada por los mediadores en los procesos de mediación es la pregunta. Una de las razones fundamentales para su utilización es que genera protagonismo. Los mediadores no podemos dar consejos ni realizar propuestas (como lo hacen los conciliadores), y sólo en casos muy especiales podemos formular alguna sugerencia. Por ello el modo afirmativo es poco utilizado por los buenos mediadores. Nuestra tarea específica consiste en ayudar a los participantes de la mediación a reflexionar, ya sea sobre: el problema, los objetivos futuros que quieren alcanzar, la relación que tienen y la que desean tener con la otra parte, así como sobre los llamados «intereses propios» y los de la otra parte, a efectos que puedan tomar decisiones que les permitan salir de la situación conflictiva. Para poder realizar esta tarea es preciso que previamente «comprendamos» el punto de vista de los participantes. Dado que nuestra función no es juzgar, en la mediación no buscamos la verdad de los hechos o acontecimientos. Por esto la forma de preguntar en mediación es diferente de la que se utiliza en otras profesiones. Los mediadores no indagamos, repito, preguntamos para comprender y generar reflexiones. El arte de preguntar se basa en la posibilidad de escuchar y observar. El mediador debe estar sumamente atento a lo que dicen y cómo lo dicen, es decir a los componentes digitales —las palabras— y los componentes analógicos —comúnmente denominados no verbales— de la comunicación. Además es necesario también tener en cuenta el momento del proceso, ya que la misma pregunta puede resultar muy operativa al comienzo de la mediación y ser contraproducente si se realiza en la etapa final de la misma. Al comienzo de la mediación, los mediadores tenemos la intención de explorar la perspectiva de cada una de las partes. No deseamos producir modificaciones sino solamente comprender. Para ello utilizamos preguntas cerradas (que deben ser contestadas por sí o por no), abiertas (que tienen infinitas respuestas) y aclaratorias. Desde mi perspectiva es sumamente importante que el mediador «comprenda» la narrativa de cada uno de los participantes. Entiendo por comprender, no sólo entender con la razón lo que le están contando, sino también con el corazón. Esto ha dado lugar a las preguntas aclaratorias, que tienen como objetivo no dar por supuesto nada sino incentivar a las personas para que se expliquen con la mayor claridad posible. Para ello es preciso que nos centremos en las «palabras clave»: las negaciones, generalizaciones, ausencia de sujeto de la enunciación, ambigüedades, etcétera, y también en los cambios de la comunicación no verbal y en los dobles mensajes. Las aclaraciones que nos dan los mediados como respuesta a estas preguntas no sólo son válidas para que los comprendamos, sino que además, y quizá esto sea lo más importante, permite que la otra parte logre la comprensión del punto de vista de quien está hablando. Cuando este objetivo ha sido alcanzado, los mediadores realizamos nuevas preguntas pero nuestra intención en este momento es producir transformaciones a partir de las reflexiones que las preguntas generan. Con este objetivo utilizamos preguntas circulares, hipotéticas y reflexivas. Las preguntas circulares, fundamentalmente las llamadas «preguntas circulares de personajes» son sumamente útiles. Si bien ellas provienen del modelo narrativo, han resultado muy operativas también para el modelo tradicional de Harvard, cuando los mediadores que siguen este modelo necesitan que una de las partes reflexione sobre los intereses, opciones, criterios objetivos y M.A.A.N. (Mejor Alternativa al Acuerdo Negociado) de la otra parte. Si bien el formato típico de estas preguntas es «¿Qué piensa Ud., qué piensa él?», pueden realizarse diversas combinaciones no sólo con el «pensar» sino también con el hacer, sentir y decir, por ejemplo «¿Qué cree que haría él si Ud. le dice que no acepta esta propuesta?» La respuesta a esta pregunta lleva a que la parte piense en cuál es el M.A.A.N. del otro, sin necesidad de que conozca qué es lo que conceptualizamos con este concepto. El gran valor de este tipo de preguntas es que a quien se les realizan no puede contestarla en automático desde sí mismo, sino que es preciso que se ponga en los «zapatos del otro», y desde ese lugar las responda. No obstante la gran utilidad de las mismas, también presentan algunas dificultades, no sólo en su construcción, sino fundamentalmente para quien debe responderla, ya que exigen un alto grado de abstracción y un descentramiento de uno mismo para poder contestarla. O sea, las personas con un bajo nivel abstracción y aquéllas muy narcisistas, tienen dificultades a la hora de elaborar la respuesta. Las preguntas hipotéticas se utilizan fundamentalmente en el momento en el cual se están explorando las alternativas y opciones generadas en el proceso. Su utilidad radica en generar escenarios futuros posibles en los cuales el cumplimiento de lo propuesto puede generar dificultades y hacer que el acuerdo no sea sustentable. Son muy utilizadas cuando los mediadores actúan como «abogado del diablo» o «agentes de la realidad». Y por último, las preguntas reflexivas, son aquellas que los mediadores realizamos con el objetivo de producir reflexiones y las partes reflexionan. Esta clasificación es sólo a efectos didácticos ya que, si tenemos en cuenta que la pregunta-respuesta es la unidad comunicacional que he denominado pregunder (preguntar-responder), la pregunta es sólo una parte de esta unidad, la cual únicamente se completa con la respuesta del mediado. Esto lleva a que muchas veces en el hecho viviente de la mediación, uno realiza una pregunta aclaratoria, con el objetivo de explorar, y el participante con su respuesta la convierte en una transformadora, ya que le genera una reflexión sobre algún punto que él no había tenido en cuenta. Hay un principio básico que debemos respetar en nuestra calidad de mediadores: Siempre es necesario esperar la respuesta. Porque solamente a partir de ella podremos formular la siguiente pregunta. De este principio básico se desprende un corolario, también fundamental: sólo debemos realizar una pregunta por vez, pues cuando realizamos dos o tres preguntas seguidas generalmente los participantes responden a la última pregunta y muchas veces los mediadores creemos que nos han contestado las anteriores. Si queremos preguntar como mediadores

Llámame

Hace unos días me llegó un mensaje de whatsapp, pensé que sería una felicitación tan común en estos días de año nuevo, pero al leerlo me sorprendió tristemente la noticia de la muerte de la pareja, compañera de vida de una persona muy querida. Quedamos enseguida para poder compartir lo que había sucedido y cómo estaba ante tal dolor. Las conversaciones complejas lo son menos con las personas queridas y con las que ya se han podido compartir en otros momentos, salvando las distancias, sentimientos difíciles de explicar y de razonar. Así que pasamos un rato de sincero compartir desde lo que estábamos viviendo en estos días cada uno y, por supuesto, de cómo afrontar lo que se viene después de una pérdida como la de la persona elegida para caminar juntas. Agradecí ese reencuentro y con ello poder estar presente en ese momento. Al despedirnos mi amigo me dijo algo tan simple como “llámame”, mi respuesta fue “si necesitas algo ya sabes, llama” de repente, me dijo “ahora pido a mis amigos que me llamen”. Ante esta situación me di cuenta de lo importante que es saber pedir ayuda cuando una sabe que la va a necesitar, y de lo esencial de aquello que decía Vicente de Paul de que nadie sale de una situación vulnerable si no sabe que hay alguien esperándole, si no le importamos a nadie para qué esforzarnos, … ¡qué importante sabernos queridas, esperadas! Y a la vez pensé en la generosidad que supone estar atentas a lo que sucede a nuestro alrededor, no esperar que la persona nos pida lo que necesita sino estar con esa mirada atenta que permite captar el sentir de la otra persona e intentar estar dispuesta para ofrecer lo mejor de una misma en esa situación. En general al pensar en solidaridad nos vienen a la mente actitudes relacionadas con ofrecer lo material, con dar más que pensar en darse, en estar, en acompañar, … el otro día pude darme cuenta de lo importante que es dar tiempo, dedicación, compañía, … en darse una misma más que en dar nada, al menos en algunas ocasiones tan especiales como la del duelo. Nos despedimos con la tranquilidad de haber compartido lo más esencial tiempo y el ser de cada uno en ese momento. Esther BORREGO LINARESTrabajadora social Fuente: https://www.revistare.com/2023/01/llamame/

La libertad… la cuidadanía

No sé si conocen el típico argumento sobre el crecimiento económico: tenemos que lograr que crezca el pastel, para que le toque a cada uno un trozo más grande… Hace poco leí una frase reveladora de corrientes actuales: “No queremos un trozo más grande del pastel, sino otra tarta” (Torres Pérez, Pepa (2020) Teología en las periferias. Madrid:  San Pablo. p. 226). La CuidadaníaLa mujer que escribe esta frase es Pepa Torres Pérez, que propone un nuevo modelo de sociedad: la Cuidadanía (Torres Pérez, Pepa (2020) Teología en las periferias. Madrid:  San Pablo. p. 111). Se trata de un estilo de vida basado en la sostenibilidad y el cuidado, en lugar del híper crecimiento. Un modelo que no niega nuestra vulnerabilidad y visibiliza los procesos que hacen posible la vida. FundamentosPienso que sería interesante trabajar sobre los posibles fundamentos de este modelo. Para mí hay dos que son muy claros y que se deberían aplicar de inmediato:– el cuido de la vida es responsabilidad de todos– el cuido de la vida no puede ser mercantilizado  Dos ejemplos– Cuánto trabajo de mujeres es invisibilizado y devaluado, sobre todo en lo que concierne a las tareas domésticas. En las casas, mujeres siguen oyendo la frase “¿en qué te ayudo?”; como si lo “normal” es que ellas se ocupen y responsabilicen de todo, y solo si hay suerte, alguien propone ayuda… ¡El cuidado de la casa, de las personas y el planeta es responsabilidad de todos! – Hay mucho dinero público que se ha destinado a la investigación de las vacunas contra el COVID-19 y ahora los grandes consorcios farmacéuticos obtienen patentes para sus vacunas y ejercen un poder enorme en su distribución. La OMS ha pedido eliminar los derechos de propiedad intelectual de las vacunas contra el coronavirus y compartir sus patentes y tecnología, de forma que los países puedan producir sus propias dosis e incrementar la producción (https://www.servimedia.es/noticias/1521322)Pero resulta que los países ricos se oponen. Desde punto de vista epidemiológico es incomprensible; solo se entiende desde el punto de vista económico. ¡Hay que acabar con la mercantilización del cuido de la vida! La libertad de cambiarHabrá que trabajar mucho para desarrollar el modelo de Cuidadanía. En este momento ni si quiera el nombre es un término reconocido: si lo tecleas en Google, en seguida te lo corrige y te propone “ciudadanía”. Pero esta misma libertad de inventar palabras para elaborar nuevos modelos de sociedad, nos tiene que estimular a sentirnos libres de reclamar cambios profundos y novedosos: ¡es nuestro derecho de ciudadanía! Pauline LODDERFuente: https://www.revistare.com/2021/03/la-libertad-de-inventar-nuevos-modelos-sociales-la-cuidadania/

El lenguaje de la naturaleza

Cruzar la cordillera de los Andes, desde el desierto de Atacama (norte de Chile) hacia Argentina es encontrarte con una geografía desafiante, fuerte, hermosa. A 3.775 mts. sobre el nivel del mar se encuentra el pueblo argentino de San Antonio de los Cobres, famoso por su «Tren a las Nubes» que se desliza por entre el abrupto y escarpado paisaje ofreciendo, a lo largo de su recorrido, unas vistas fascinantes. Uno se pregunta cómo se pudo hacer tamaña obra de ingeniería. Y lo sorprendente llega cuando te cuentan que el ingeniero que estuvo a cargo del diseño y trazado de dicho tren, se dedicó en primer lugar a observar durante largos tiempos a las cabras que, con una agilidad sorprendente, iban trepando por esas escarpadas cumbres. Y se dio cuenta de que ellas, en su itinerario pastoril, iban ascendiendo siempre en zig-zag. Ese tiempo de contemplación, de observación de la realidad, dio lugar a lo que hoy es el «Tren a las Nubes». Esta impresionante obra de ingeniería, se diseñó tras contemplar los itinerarios de las cabras en la Cordillera de los Andes. Toda la naturaleza es un libro abierto donde el ser humano, con su inteligencia, podría aprender muchas cosas. Pero a veces —demasiadas veces—, las personas, debido a su soberbia, desprecian el estudiar y observar este libro. Por ejemplo, se ha menospreciado estudiar ampliamente y a fondo la psicología de los animales para entender mejor la propia psicología del hombre. La naturaleza está llena de soluciones magníficas para las necesidades del género humano que este aún no ha descubierto porque, mirándose el ombligo, no le presta la debida y humilde atención. Es deformante conocer teorías antes que realidades, debido a una soberbia racionalista que lleva a pensar que, teniendo ideas, ya se sabe todo. Y que lo que es fruto de esas teorías llevadas al laboratorio es mejor que lo que la naturaleza nos ofrece con magnificencia. Tal soberbia nos lleva a: —  tratar la naturaleza y sus recursos como si fueran una gasolinera adonde uno llega, llena el depósito y se va; es decir, a mantener una actitud utilitarista-consumista absolutamente contrapuesta al ser humilde y contemplativo; — a querer tener un dominio absoluto y soberbio de la naturaleza, no respetando su misterio, al punto de, por querer penetrar todo, destruir para que nada quede fuera del alcance de la inteligencia y de la ambición humanas. Si estuviéramos más abiertos a captar el lenguaje de la naturaleza, descubriríamos cosas maravillosas y útiles para la vida humana, sin atentar contra su misterio. Contemplar la naturaleza es fuente de sabiduría y, también, de hermanamiento con todo lo existente. Mientras el espíritu utilitarista-consumista nos llevar a abusar del planeta y sus recursos, el espíritu contemplativo nos conduce a un nuevo trato con la naturaleza y sus riquezas. Se toma lo que se necesita para vivir dignamente pero no para dilapidarla ni poner en jaque su misma existencia. Incluso quizás nos daríamos cuenta que lo producido por nuestra mente en los laboratorios químicos no es la panacea, muchas veces, más bien todo lo contrario. Ahí está, por ejemplo, todo el amplio mundo de las hierbas medicinales, los conocimientos de los pueblos indígenas y tantas terapias que ofrecen valiosas aportaciones para nuestra salud. Sentirnos los seres humanos parte de esa naturaleza nos hace más humildes y más hermanos. Y eso crea una nueva forma de relacionarnos con ella. Escuchar cómo la naturaleza se manifiesta nos hará en verdad más sabios. Lourdes FLAVIÁ FORCADAChiu Chiu (Chile) Foto: Revista RE Fuente: https://www.revistare.com/2018/09/el-lenguaje-de-la-naturaleza/

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