No hay palabras. Asumir la muerte de un hijo

Reseña del libro de Francesc Torralba. Editorial Now Books, 2024

Vivir en primera persona la muerte de un hijo es, según quienes la han experimentado, un dolor lacerante, inimaginable, que va más allá de cualquier pérdida y resulta difícil de asimilar.

Francesc Torralba (Barcelona, 1967), maestro, filósofo y teólogo, nos presenta en su libro No Hay Palabras: Asumir la Muerte de un Hijo una obra profundamente personal, centrada en sus vivencias, percepciones y sentimientos, y en cómo comprende la realidad a partir de la experiencia traumática de perder a su hijo Oriol en plena juventud adulta. Antes de esta dolorosa vivencia, Torralba ya había escrito sobre la muerte; sin embargo, en esta ocasión, lo hace desde una perspectiva vivencial, encarnando su propio duelo por Oriol.

Este es un libro sereno y pragmático, escrito desde el corazón. En la primera parte, Francesc Torralba inicia relatando con detalle aquel fatídico 14 de agosto, cuando él y su hijo emprendieron una travesía retadora, motivadora y cuidadosamente planeada por Oriol. Ambos, apasionados por las caminatas y el deporte, solían compartir estas salidas en complicidad amistosa.

En la segunda parte de No Hay Palabras: Asumir la Muerte de un Hijo, el autor explora los temas que le han ayudado a aprender y a sanar durante el proceso de duelo tras la trágica muerte de su hijo. En cada capítulo, presenta reflexiones a través de conceptos emparejados y, en algunos casos, contrapuestos. Cito algunos: Experiencia y autoridad; Hechos y acontecimiento; La situación límite; Relatividad y trascendencia; Apego, sufrimiento y dolor; De la ira a la resignación infinita; Proximidad y continuidad; El valor terapéutico del ritual; Afrontamiento y evasión; El duelo, la risa y la culpa; y, finalmente, La experiencia de la gratitud.

Como buen maestro y filósofo, Torralba cierra el libro con un capítulo titulado Las Palabras del Filósofo. En este apartado, reflexiona a partir de la obra Junto a una Tumba de Soren Kierkegaard, un filósofo que ha estudiado y releído y a quien considera un compañero de camino. Inspirado por Kierkegaard, el autor encuentra un bálsamo para su alma atormentada.

De modo intimista, expresa: “Mi hijo murió demasiado joven, pero dio mucho mientras vivía, y estos dones que nos regaló son evocados y recordados por sus amigos. Permanecerán siempre en sus recuerdos”.

Con No Hay Palabras: Asumir la Muerte de un Hijo, Francesc Torralba busca ofrecer un bálsamo a otras personas que, como él, se encuentran atravesando una situación de duelo y pérdida.


Termino esta reseña con una hermosa canción dedicada a Oriol Torralba. En referencia a la «felicidad imperfecta» que su padre, F. Torralba, expone en la tercera parte de No Hay Palabras, su hija Anna, tras este trágico suceso, supo expresar en una canción compuesta por ella misma la ‘Felicidad imperfecta’ que compartió con su hermano del alma. Cantar ayuda a asumir la tristeza, el dolor, y a revivir recuerdos y presencias a través de un lenguaje artístico y emotivo.

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