Vivir la adopción en la adolescencia

En los últimos años el concepto de familia se ha diversificado considerablemente y hoy en día se reconocen numerosos modelos. Así encontramos familias nucleares o tradicionales, numerosas, monoparentales, lesbianas o homomaternales, homoparentales, separadas o divorciadas, reconstituidas, migradas reagrupadas, transculturales o mixtas, adoptivas, de acogida y, en definitiva, cada una mira de encontrar su forma de relación. Pero ser diferente de la mayoría no siempre resulta fácil y por eso hoy escribimos sobre la realidad y la diversidad de uno de estos modelos, a partir de la experiencia en una de las acciones del Instituto Diversitas en los últimos cinco años. El origen de todo es mi propia vivencia personal de la adopción y la importancia que para nosotros ha tenido como familia, el apoyo total de nuestro entorno social en los buenos momentos y en los momentos más difíciles de crisis. La detección de la soledad que puede llegar a vivir una familia adoptiva, una vez superados los tortuosos trámites de la adopción y superada la luna de miel de los primeros meses, junto con el objetivo de la cooperativa de iniciativa social de la que soy cofundadora, han sido el detonante de los espacios de diálogo «Vivir la adopción en la adolescencia» «Un espacio donde compartir experiencias personales» El objetivo de este espacio ha sido, desde el primer momento, propiciar un espacio de diálogo y acompañamiento entre familias adoptivas, con hijos e hijas en edad adolescente o con esta etapa ya superada, a través de unas tertulias mensuales, donde se comparten las experiencias personales. Se ha creado un espacio en el que compartir experiencias de éxito, intentando romper dinámicas estancadas en el tiempo que a menudo dañan las relaciones entre los diferentes miembros de las familias. En Cataluña, desde el año 1998 y hasta 2016 se han producido alrededor de 14.200 adopciones de origen internacional. Muchas de aquellas criaturas son hoy jóvenes mayores de edad que, con voz propia, posibilitan hacer una valoración de los éxitos y fracasos de esta fórmula de vinculación familiar. Alrededor de las adopciones, como de otras realidades desconocidas para una gran parte de la población, hay ciertos estereotipos y prejuicios. A menudo se estigmatiza una medida que pretende precisamente, proteger los derechos de los menores, ya que a menudo la sociedad culpabiliza la adopción de comportamientos como el abandono escolar prematuro o las relaciones conflictivas. A partir de la experiencia de casi cinco años organizando y dinamizando tertulias donde las familias adoptivas y los propios jóvenes adoptados pueden expresarse abiertamente y sin juicios, podemos afirmar que lo que estas familias expresan, pone en evidencia la frecuente situación de soledad, la necesidad de acompañamiento, de reflexionar y aprender conjuntamente a gestionar y disponer de herramientas para apoyar a nuestros hijos e hijas ante numerosas cuestiones que han marcado las conversaciones de los encuentros. Así pues, la propuesta temática está marcada por las inquietudes de las propias personas participantes y a lo largo de estos años ha girado en torno a la comunicación, la aceptación del proceso adoptivo, cómo vivir y acompañar la superación del abandono; cómo convivir con la existencia de una familia biológica (a menudo desconocida), cómo vivir los procesos de duelo; cómo afrontar situaciones de discriminación por el hecho de tener un origen diferente al de la mayoría; cómo afrontar las dificultades de aprendizaje a menudo relacionadas con las dificultades de la gestión emocional, las posibles situaciones de discriminación generadas por la diversidad de origen y cultural en las adopciones internacionales, el bullying al que a menudo se enfrentan los niños por el hecho de ser adoptados, la construcción de la identidad de las personas adoptadas, y muchos otros que vamos enfocando desde diferentes perspectivas con el apoyo de las personas que dinamizamos las sesiones. «El éxito de las tertulias es que son un espacio de confianza y seguridad donde no nos sentimos juzgados» El éxito de las tertulias ha sido y es, la posibilidad de dialogar a partir de la experiencia y de poder hacerlo en un espacio de seguridad. Algunas de las participantes la han definido como «un espacio de confianza en el que compartir la experiencia de la adopción cuando llega la adolescencia, sin sentirnos juzgados», un momento en el que nuestros hijos e hijas se enfrentan a vivencias, sentimientos y situaciones no siempre fáciles de afrontar y, a menudo, difíciles de acompañar. El año 2019 se incorporaron a este espacio, jóvenes de origen adoptivo, mayores de edad que tienen la inquietud de apoyar a otros hijos e hijas adoptivos que hayan vivido situaciones similares a las vividas por ellas y dando una perspectiva bastante iluminadora a las familias que participan. Y en este proceso, desde los inicios del año 2020, contamos con la colaboración como co-dinamizadoras de las tertulias, de dos jóvenes adoptadas en Etiopía y República Dominicana. Consideramos que el diálogo en un espacio seguro, entre las jóvenes y las familias, aporta nuevas miradas a algunas de las situaciones que plantean muchas de estas familias. Asimismo, hemos conseguido implicar en las tertulias a otros actores sociales vinculados a la adolescencia como es el profesorado, a menudo también falto de conocimiento de los procesos adoptivos pero que es crucial para su intervención socio-educativa con los adolescentes y un colectivo que necesita también un cambio de mirada, ya que uno de los detonantes de las familias, para participar en los espacios de diálogo, es la aparición de dificultades con los estudios debido al malestar producido por las situación antes descritas y que genera vulnerabilidades añadidas a estos adolescentes Fruto de las reflexiones de estos años, recientemente hemos dado un paso más con el objetivo de desestigmatizar la adopción, ya que a menudo ciertas problemáticas se asocian directamente a esta realidad. Y con este objetivo, entre algunas familias, jóvenes adoptadas y el equipo del Instituto Diversitas hemos creado unos videos de sensibilización breves que pretenden visibilizar y desmontar algunos de los estereotipos y prejuicios generados sobre el hecho adoptivo. «Los principales aprendizajes» El espacio de tertulia «Vivir la adopción en

La interioridad como jardín

Estar con uno mismo es inevitable, aunque a veces quisiéramos huir o aturdirnos por no entrar en este microclima que llamamos interioridad cuando lo encontramos oscuro, desordenado, confuso, dominado por la tristeza, el mal humor, la agresividad, la indiferencia. En estas ocasiones los demás suelen darse cuenta y huyen para no contagiarse de esta negatividad. «Hay que cultivar en uno mismo actitudes sanadoras como la benevolencia, la paz y el perdón.» ¿Cómo evitar estas caídas, esta negrura a veces intensa, que nos tiñe por dentro y se trasluce hacia afuera? La imagen que me viene a la mente es la de un jardín interior. Un espacio que debemos cuidar y mantener bonito, limpio, acogedor. Aireado y libre, pero a la vez bastante cultivado. Aunque no está a la vista de los demás, ellos perciben de algún modo su estado. Para cultivarlo y embellecerlo, es necesario en primer lugar detectar su situación actual. Si hay preocupaciones e inquietudes, preguntarse por qué; en otras palabras, realizar un tipo de diagnóstico básico para poder orientarse sobre qué hacer. La inquietud, la tristeza, el desencanto y la frustración suelen ser compañeros de camino en la vida cotidiana, pero no conviene instalarse en ellas como estado permanente porque son muy destructivas. De ahí el estrés, el desgaste, las enfermedades psicosomáticas. Y porque en realidad, ante las mismas circunstancias, podemos situarnos de otra forma para modificar precisamente este clima interior. Cambiar la mirada y las claves de lectura, bajar unas líneas en la exigencia con nosotros mismos y en la expectativa hacia los demás, son actitudes que actúan como luz matizada y agua para el jardín reseco por el sol del perfeccionismo. Seamos sinceros con nosotros mismos para detectar las fuentes de este desencanto y afrontarlas, buscando posibles salidas, enfoques diferentes que nos ayuden a soportar de otro modo una situación, solicitando a alguna persona de confianza el diálogo que nos enfoque de nuevo la situación buscando oportunidades de crecimiento. En segundo lugar, pienso que hay que cultivar en uno mismo actitudes sanadoras como la benevolencia, la paz y el perdón, indispensables para cambiar este clima interior. Cuando uno sobrecarga su mente y su corazón con resentimientos, odios, deseos de venganza, va marchitando la vida por dentro. Es necesario curar. No porque cambien las circunstancias, sino porque uno las asume de una forma nueva y decide sacar de su interior las malas hierbas que ahogan las flores y hortalizas. Sinceramente no soy partidaria de lo que se ha banalizado como «psicología positiva» cuando se reduce a repetir infantilmente frases que nos ilusionen con situaciones irreales: «yo lo puedo todo», «no tengo límites». No suele ser así. Está claro que tenemos límites. Pero lo que puedo, eso sí que debo hacerlo. Lo que está en mi mano es mi responsabilidad. ¡Adelante entonces! Me parece que el auténtico cultivo de una interioridad sana debe basarse en lo que realmente somos y vivimos, sin infantilismos ni vanas ilusiones que serían como flores de plástico en un jardín vivo. Para cultivar vegetación auténtica, debemos buscar y aprovechar, en toda circunstancia, las oportunidades reales que siempre existen. «Un espacio que debemos cuidar y mantener bonito, limpio, acogedor. Aireado y libre, pero a la vez bastante cultivado.» Recurrir por supuesto a la espiritualidad personal, a lo que creemos, es un recurso vital aunque no todas las personas lo tienen. La ayuda del elevado, o la vivencia que se tiene de no estar solos, son elementos muy importantes para recrear un ecosistema vivo dentro de uno mismo; al fin y al cabo no nos dimos nosotros la vida, y abrirse a ese «alguien» que nos la sigue dando, puede ser clave para ajardinar nuestro interior. La gratitud hacia este Ser, o hacia el universo y la materia, por la vida recibida, es un elemento básico de este proceso de saneamiento interior. Es como hundir las raíces en una tierra rica en minerales y nutrientes para que las plantas crezcan sanas y fuertes. Por último, paladeemos el momento presente. Con lo poco o mucho que se tenga, estar vivos es fuente de una gran alegría. Saborear la vida en sí misma produce entusiasmo y facilita la empatía. Como el abono, la plena conciencia de presente transforma nuestra interioridad, que poco a poco será un remanso de paz donde descansar por las noches, o dónde entrar cuando estamos en soledad y silencio. ¡E incluso podremos ofrecer a los demás los frutos de la paz y el sosiego! Leticia SOBERÓN MAINEROPsicóloga. Doctora en comunicación, España Fuente: https://www.revistare.com/2022/12/la-interioridad-como-jardin/

El lenguaje de la naturaleza

Cruzar la cordillera de los Andes, desde el desierto de Atacama (norte de Chile) hacia Argentina es encontrarte con una geografía desafiante, fuerte, hermosa. A 3.775 mts. sobre el nivel del mar se encuentra el pueblo argentino de San Antonio de los Cobres, famoso por su «Tren a las Nubes» que se desliza por entre el abrupto y escarpado paisaje ofreciendo, a lo largo de su recorrido, unas vistas fascinantes. Uno se pregunta cómo se pudo hacer tamaña obra de ingeniería. Y lo sorprendente llega cuando te cuentan que el ingeniero que estuvo a cargo del diseño y trazado de dicho tren, se dedicó en primer lugar a observar durante largos tiempos a las cabras que, con una agilidad sorprendente, iban trepando por esas escarpadas cumbres. Y se dio cuenta de que ellas, en su itinerario pastoril, iban ascendiendo siempre en zig-zag. Ese tiempo de contemplación, de observación de la realidad, dio lugar a lo que hoy es el «Tren a las Nubes». Esta impresionante obra de ingeniería, se diseñó tras contemplar los itinerarios de las cabras en la Cordillera de los Andes. Toda la naturaleza es un libro abierto donde el ser humano, con su inteligencia, podría aprender muchas cosas. Pero a veces —demasiadas veces—, las personas, debido a su soberbia, desprecian el estudiar y observar este libro. Por ejemplo, se ha menospreciado estudiar ampliamente y a fondo la psicología de los animales para entender mejor la propia psicología del hombre. La naturaleza está llena de soluciones magníficas para las necesidades del género humano que este aún no ha descubierto porque, mirándose el ombligo, no le presta la debida y humilde atención. Es deformante conocer teorías antes que realidades, debido a una soberbia racionalista que lleva a pensar que, teniendo ideas, ya se sabe todo. Y que lo que es fruto de esas teorías llevadas al laboratorio es mejor que lo que la naturaleza nos ofrece con magnificencia. Tal soberbia nos lleva a: —  tratar la naturaleza y sus recursos como si fueran una gasolinera adonde uno llega, llena el depósito y se va; es decir, a mantener una actitud utilitarista-consumista absolutamente contrapuesta al ser humilde y contemplativo; — a querer tener un dominio absoluto y soberbio de la naturaleza, no respetando su misterio, al punto de, por querer penetrar todo, destruir para que nada quede fuera del alcance de la inteligencia y de la ambición humanas. Si estuviéramos más abiertos a captar el lenguaje de la naturaleza, descubriríamos cosas maravillosas y útiles para la vida humana, sin atentar contra su misterio. Contemplar la naturaleza es fuente de sabiduría y, también, de hermanamiento con todo lo existente. Mientras el espíritu utilitarista-consumista nos llevar a abusar del planeta y sus recursos, el espíritu contemplativo nos conduce a un nuevo trato con la naturaleza y sus riquezas. Se toma lo que se necesita para vivir dignamente pero no para dilapidarla ni poner en jaque su misma existencia. Incluso quizás nos daríamos cuenta que lo producido por nuestra mente en los laboratorios químicos no es la panacea, muchas veces, más bien todo lo contrario. Ahí está, por ejemplo, todo el amplio mundo de las hierbas medicinales, los conocimientos de los pueblos indígenas y tantas terapias que ofrecen valiosas aportaciones para nuestra salud. Sentirnos los seres humanos parte de esa naturaleza nos hace más humildes y más hermanos. Y eso crea una nueva forma de relacionarnos con ella. Escuchar cómo la naturaleza se manifiesta nos hará en verdad más sabios. Lourdes FLAVIÁ FORCADAChiu Chiu (Chile) Foto: Revista RE Fuente: https://www.revistare.com/2018/09/el-lenguaje-de-la-naturaleza/

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