El libro de la esperanza

Este libro de Jane Goodall y Douglas Abrams (coautor) es un canto de esperanza. Douglas Abrams con un gran arte de la escritura, suscita preguntas posibilitando así que la conocida primatóloga nos trasmita a través de la experiencia de su vida, el por qué podemos aún tener esperanza en los tiempos actuales en que vivimos.  Una vida de una gran fecundidad desde su trabajo de largos años con chimpancés, hasta su labor de despertar conciencias sobre el cambio climático. A raíz de una conversación con 12 estudiantes, Jane creó en 1993 el programa para jóvenes: Raíces y Brotes. El mensaje principal de esta iniciativa que hoy está presente en todo el mundo es : “cada persona individual es importante, tiene un papel que desempeñar y ejerce un impacto en el planeta cada día. Y podemos elegir el tipo de impacto que deseamos ejercer”.

Para la guerra nada…

Marta Gomez, cantautora colombiana, compuso más de 180 canciones. Tiene una preocupación especial por las diferentes realidades sociales que se viven en el mundo. La canción Para la guerra nada es un proyecto musical para la cual invitó a artistas de diferentes países a cantarle a la vida y a expresar su rechazo a la guerra. Ella escribe: “¡Cuánta creatividad desperdiciada hay en una guerra! ¡Cuántos cerebros trabajan sin descanso para inventarse un instrumento que sea más veloz, más eficaz, más potente! ¡Cuán distinto sería el mundo si sólo se usara nuestra imaginación para crear cosas que nos hicieran más felices! Hoy he invitado a amigos artistas de todas partes, a cantarle a la vida y a decirle, a gritarle, a cantarle al mundo que no queremos ser parte de esta guerra ni de ninguna otra, nunca más. Empecé con un verso y a ese verso se le fueron sumando otros y luego otros y así, nuestras voces se hacen fuertes y cantan a coro “para la guerra, nada.”

Educación y transformación social

Uno de los retos que se nos plantean en las sociedades del s. XXI es, sin duda, la convivencia y la paz. Esta es una tarea transversal y transdisciplinar, en la que todos debemos implicarnos. Sin duda, este empeño ha de nacer de la creatividad y la inteligencia colectiva, pues ya no puede sustentarse en ninguna disciplina particular, porque la nueva realidad y los nuevos desafíos obligan a la transdisciplinariedad y a un enfoque holístico de la acción social y educativa. Una de las carencias más graves de la sociedad civil, es que está estancada en una etapa crítica. Nos movilizamos para la denuncia y la crítica, pero no tanto para la propuesta y el cambio social. No quiero decir con esto que no tengamos que ser críticos y denunciar la injusticia; pero muchas veces criticar y decir lo mal que va todo, se convierte en una excusa para no hacer nada. La crítica y la queja, no son un buen motor para la transformación social. Hemos de ser capaces de superar la crítica y transformarla en propuestas constructivas. Pues como nos recordaba Alfons Banda en el I Congreso Edificar la Paz en el s. XXI (Barcelona, 2012), la sociedad civil no estará madura hasta que supere la etapa crítica y pase a una etapa propositiva. Para avanzar hacia esa madurez de la sociedad civil, una sociedad civil capaz de hacer propuestas concretas para mejorar la convivencia y exigir a las instancias gubernamentales que las apliquen. Para que este salto cualitativo sea posible, las estancias educativas debemos incorporar de manera plena lo «común», lo comunitario, en los proyectos educativos desde los primeros ciclos formativos. Nuestros esfuerzos deben centrarse en lograr una ciudadanía más activa y más activada. Que defienda sus derechos y asuma sus responsabilidades, que interiorice lo comunitario como parte esencial de su configuración como sujeto individual. Así, uno de los desafíos más importantes de la educación, será desarrollar las competencias necesarias para vivir y relacionarse dentro de la comunidad social, de tomar parte, de participar en la vida social, económica, cultural y política de su entorno. Y esto pasa por incorporar aspectos como la participación, el empoderamiento y el desarrollo de capacidades y habilidades ciudadanas. Pues si esperamos a la edad adulta para motivar y capacitar en las competencias ciudadanas y de lo comunitario, ya es tarde. Para avanzar hacia el desarrollo de sujetos sociales “plenos”: ciudadanos y ciudadanas capaces de pensar, sentir, decir y hacer por sí mismos, capaces de transformar su realidad personal; pero también, hemos de incorporar a la educación el ámbito de lo común, de lo comunitario. El desafío es motivar y capacitar a las nuevas generaciones para incluirse en el tejido social, de sumar sus fuerzas con otras personas, de asociarse libremente, de incorporarse a las organizaciones sociales y ciudadanas. Para ello, hemos de desarrollar modelos de intervención educativa que -sin olvidar ni desatender el desarrollo de las capacidades personales- refuercen sus capacidades relacionales, organizativas y de acción colectiva sobre el entorno sociocomunitario, para poder reivindicar y poner en pie respuestas propias a sus necesidades. Maria Aguilera Fuente: https://universitasalbertiana.org/2021/12/educacion-y-transformacion-social/

Dime como ser pan

Salomé Arricibita, cantautora, nació en Pamplona (España) en 1966, apasionada de la música y de la naturaleza. Estudió medicina y música. En esta canción: “Dime cómo ser pan”, se pregunta cómo ser alimento que sacia y trae paz.

Si alguna vez olvido…

Si alguna vez olvido quien soy…Dile a la luna llena que necesito verla…Y a las estrellas que vigilen, que no me apague…Recuérdame cada intento…Para que recuerde que fui capaz…Enséñame montañas, sonrisas y nubes…Y dime que me esperan…Tararéame bajito y balancea mi cinturapara que la música regrese a mis pulmones…Susúrrame un «te quiero»para que mi corazón recuerde lo que es latir…Dime que los sueños son más reales que la realidady que me esperas allí para demostrármelo…Tráeme lluvias y tormentas para poder resguardarme en casa…Inventa fantasías que hagan temblar mi piel…Abre puertas que resuciten mi alma y me devuelvan la fe…Átame a tu abrazo y no me dejes escapar…Mírame a los ojos para que los tuyos griten mi nombrey me reconozca de nuevo…Y hazme saber que el amanecer no amanece sin mi despertar…Si alguna vez olvido quien soy…Por favor…No lo olvides tu…” Fuente: Campaña chilena sobre el Alzheimer

Gente luminosa

Canción de El Arrebato, Javier Labandón, cantautor español de rumba-pop. Sí, me quedo con quien me cuida, me valora y me hace reír. Con quien me escucha atentamente y procura mi bien. Con quién se queda a pesar de todo; me acepta y me ama tal y como soy. Gente luminosa, luz para los otros y nuestro mundo.

Hacia una cultura de los cuidados

Hoy, las personas mayores (65 años o más) constituyen el grupo de edad que crece más rápido en el mundo. Según la ONU, globalmente y por primera vez en 2018, las personas mayores superaron en número a la de los niños menores de 5 años, y para 2050 el número de personas mayores superará al de adolescentes y jóvenes (entre los 15 y los 24 años). Algunas regiones, como Europa y Asia Oriental, ya se enfrentan a un reto considerable a la hora de apoyar y atender a esas personas. A medida que la esperanza de vida sigue aumentando, puede que el papel de las personas mayores en las sociedades y las economías sea más importante. Debemos adaptar los sistemas de educación, atención sanitaria y protección social para proporcionar una red de protección social a este grupo etario cada vez mayor. Los modelos de cuidados han ido evolucionando desde una atención centrada en el seno de la familia, en la que las personas cuidadoras principalmente eran mujeres, a una socialización de los cuidados en la que la institucionalización es el recurso más habitual ante la pérdida de autonomía de una parte y la dificultad del entorno familiar para compatibilizar la atención y cuidados necesarios, con otras realidades familiares o profesionales.  En un estudio realizado hace unos años por el Programa de mayores de la Obra Social de la Caixa, se concluía que la mitad de los ancianos encuestados expresaban el deseo de continuar en su domicilio en el caso de requerir cuidados.  Además, es elocuente la experiencia vivida durante la pandemia de coronavirus en tantas residencias de ancianos, donde la concentración en el mismo lugar de tantas personas frágiles y la dificultad para atenderlas por falta de medios humanos y materiales, generó situaciones muy difíciles de gestionar, a pesar de la abnegación y el buen hacer de muchos profesionales dedicados a la asistencia.  Este nuevo escenario ha hecho más visibles las carencias en el modelo de cuidados y el grave problema de salud pública que supone. Parece necesario y deseable avanzar en una reflexión que configure un nuevo paradigma en el modo de convivir entre las distintas generaciones, dando prioridad a los más vulnerables. Posiblemente se trate de un giro copernicano, que como en el caso de aquellos descubrimientos científicos de Copérnico revolucionaron el modo de entender los movimientos de los astros en el siglo XIV, en nuestro tiempo los acontecimientos vividos nos proponen un cambio en la mirada, tomarse tiempo para identificar las inercias que hasta ahora nos han guiado y reconsiderar los nuevos caminos a transitar.   Entender que la experiencia de los cuidados se desarrolla en un contexto de interdependencia, de realidad compartida en la que, por ambas partes, personas que precisan cuidados y personas que cuidan, se ha de replantear la autonomía y el devenir cotidiano de cada una de ellas y de todas en su conjunto.  Un salto cualitativo hacia la cultura del cuidado Se necesita un giro copernicano a partir de una mirada innovadora en la gestión del tiempo, de los espacios, de los estilos de vida. Veamos por ejemplo cómo: Necesitamos avanzar hacia una cultura de los cuidados, comenzando desde la infancia en las familias y en los centros educativos; promover el acercamiento intergeneracional que permita entender nuestra vejez, a la que posiblemente llegaremos. Promover más visibilidad en los medios de iniciativas que acerquen y permitan conocer mejor la diversidad contenida en esta etapa vital y los valores que ofrece.  La vejez es nuestra vejez, la de cada persona que ya llevamos dentro el anciano o anciana que posiblemente llegaremos a ser. Reconozcamos el giro copernicano para caminar hacia una sociedad en donde nadie sobra; todos sumamos.  Remedios ORTIZ JURADO Fuente: https://www.revistare.com/2022/04/hacia-una-cultura-de-los-cuidados/

Llámame

Hace unos días me llegó un mensaje de whatsapp, pensé que sería una felicitación tan común en estos días de año nuevo, pero al leerlo me sorprendió tristemente la noticia de la muerte de la pareja, compañera de vida de una persona muy querida. Quedamos enseguida para poder compartir lo que había sucedido y cómo estaba ante tal dolor. Las conversaciones complejas lo son menos con las personas queridas y con las que ya se han podido compartir en otros momentos, salvando las distancias, sentimientos difíciles de explicar y de razonar. Así que pasamos un rato de sincero compartir desde lo que estábamos viviendo en estos días cada uno y, por supuesto, de cómo afrontar lo que se viene después de una pérdida como la de la persona elegida para caminar juntas. Agradecí ese reencuentro y con ello poder estar presente en ese momento. Al despedirnos mi amigo me dijo algo tan simple como “llámame”, mi respuesta fue “si necesitas algo ya sabes, llama” de repente, me dijo “ahora pido a mis amigos que me llamen”. Ante esta situación me di cuenta de lo importante que es saber pedir ayuda cuando una sabe que la va a necesitar, y de lo esencial de aquello que decía Vicente de Paul de que nadie sale de una situación vulnerable si no sabe que hay alguien esperándole, si no le importamos a nadie para qué esforzarnos, … ¡qué importante sabernos queridas, esperadas! Y a la vez pensé en la generosidad que supone estar atentas a lo que sucede a nuestro alrededor, no esperar que la persona nos pida lo que necesita sino estar con esa mirada atenta que permite captar el sentir de la otra persona e intentar estar dispuesta para ofrecer lo mejor de una misma en esa situación. En general al pensar en solidaridad nos vienen a la mente actitudes relacionadas con ofrecer lo material, con dar más que pensar en darse, en estar, en acompañar, … el otro día pude darme cuenta de lo importante que es dar tiempo, dedicación, compañía, … en darse una misma más que en dar nada, al menos en algunas ocasiones tan especiales como la del duelo. Nos despedimos con la tranquilidad de haber compartido lo más esencial tiempo y el ser de cada uno en ese momento. Esther BORREGO LINARESTrabajadora social Fuente: https://www.revistare.com/2023/01/llamame/

© 2022 |  Todos los Derechos Reservados  Colegiata Cielo en la Tierra – Una web de  Mauricio Mardones