VIVIR LA FE DESDE EL SER MUJER

Dicen que los hindúes más antiguos hacían las imágenes de sus dioses sólo en barro, nunca en piedra o mármol. En Bombay, cada año, después de rendir culto a imágenes de barro, las sumergen en el mar y allí se hunden, se disuelven y desaparecen. La teología del barro es bella y profunda. Una sola imagen, por bella que sea, no capta la infinitud de Dios. El barro dura poco, y la imagen debe cambiarse al cabo de algún tiempo, dejar que se disuelva y dé lugar a otra imagen, a otro rostro de la divinidad que nunca agotaremos con nuestros diseños. Avanzar en el conocimiento de Dios es estar dispuestos a llevar cada año al mar la imagen anterior, es dejarle a Dios que cambie, que nos lleve cada vez a una nueva visión y un nuevo amor. Cuando miro atrás veo que la fe se interioriza lentamente, que es una opción que hay que ir renovando, que es un camino de abandono, de un estado de dependencia para acceder al estado de libertad interior. Me doy cuenta que la fe que recibí de mis padres, mi imagen de Dios y mi relación con Dios, no es estática, es dinámica, ha ido cambiando a lo largo de mi vida. Al reflexionar sobre mi vivencia de fe desde el ser mujer, me doy cuenta de que a través del hecho de ser mujer, y también en mi caso, esposa y madre, Dios me ha ido llevando, iluminando y conduciendo, en el camino de la fe. Que ser esposa y madre ha sido también preparación para que más tarde Dios se manifestara en mi vida. En el ser esposa, fruto de la relación, del compartir y de la estima, el amor se ha transformado en vida y la vida se ha llenado de amor. Ser madre es la primera relación que se establece de forma única y exclusiva con otro ser y que está dentro de ti. Al ser madre, algo se rompió en mí, hay una ruptura del ego, un descentramiento, una disponibilidad, una apertura hacia un nuevo amor a los hijos, que me dilata más allá de mí misma. Con la maternidad, doy a luz, doy la vida por el otro y dejo que el amor de Dios se vaya manifestando a través de mi ser, que se vaya desplegando mi capacidad de amar de manera gratuita. Pero un momento determinado, de mi vida, siento que de vivir una vida desplegada hacia afuera, de acción y construcción, profesional y familiar, dedicada a educar a los hijos con valores, acompañarlos… el nido comienza a quedar vacío. Siento un vacío dentro de mí, siento un deseo y sed de lo trascendente. Mi vida interior comienza a adquirir más profundidad y protagonismo. Las creencias ya no tienen sentido por ellas sino que necesito buscar el sentido, reevaluar el estilo de vida y ser coherente. Tengo deseo de Dios y necesidad de sentido y esto da lugar a un proceso nuevo de búsqueda, de vivir la fe, a un nuevo camino. Me vuelvo a preguntar: ¿Quién soy yo? Me doy cuenta de que Dios siempre ha estado presente en mi vida aunque yo a veces no haya sido consciente, pero es en este momento en el que lo busco, en el que tengo deseo de Dios, en el que me doy cuenta de su presencia, cuando hago experiencia. Y así empiezo a vivir la fe entendida como una confianza con Aquel que me sostiene, a vivir una experiencia de Dios que es fuente de Amor y de Vida. Inicio un proceso de camino espiritual, primero de encuentro con Dios, de dejarme amar por Dios, de dejarme abrazar por Dios, pero para ello tengo que acercarme, y para acercarme debo cortar hilos, a veces incluso cadenas que me impiden hacerlo. Empiezo un trabajo personal de conocimiento de mis limitaciones, mis miedos, mis sombras para poderlas luego aceptar, amar, reconciliar y transformar. Siento en este trabajo de desierto y de aceptación de mi ser, la misericordia de Dios Padre, su amor incondicional, me siento amada por Dios a pesar de mis limitaciones. Y no me siento sólo perdonada y amada sino también llamada e invitada a vivir una vida nueva con Jesús, a trabajar y caminar con El. Esta llamada me lleva al conocimiento más profundo, más interno de Jesús para amarlo más y seguirlo, para vivir más evangélicamente. Me lleva a la confianza en Dios, a vivir desde el agradecimiento, y el compromiso. Compromiso, porque con la misma fuerza que Dios nos lleva hacia dentro, nos despliega hacia fuera, con un mayor sentido de los otros, con una mayor disponibilidad a servir. Una expansión interior que me vuelve al encuentro con las personas. Compromiso que me va llevando a que este amor de Dios se manifieste a través de mi ser, que vaya desplegando mi capacidad de amar. Este amor ya no puede estar limitado, debe llegar a todos. La familia ha sido campo de entrenamiento para llegar a la gran Familia. En mi acercamiento a Dios, la relación se ha ido volviendo más sencilla, más transparente, con menos ruido interior, menos palabra, más simple, más contemplativa, de confianza, y de irme dejando transformar. En mi acercamiento a los otros tengo el deseo e intento vivir este despliegue desde una nueva apertura a la realidad y a la vida, y como mujer, contemplando y tomando a María como modelo. María, me invita a conocer y practicar sus valores y a inspirarme con sus actitudes: . De disponibilidad, entrega, confianza y aceptación de Dios en la incertidumbre. De disposición a acoger la maternidad. . De dar luz a Jesús, dar luz a la luz. Para que cada uno de nosotros engendremos al Jesús que llevamos dentro, invitación que Dios también nos hace a todos nosotros. . De desprendimiento, cuando Jesús a los doce años se separa de sus padres para aparecer al cabo de tres días sentado en medio de los doctores. .
Marialogía

La Iglesia católica dedica el mes de mayo a María. La manera en que vemos a María ha ido cambiando con el tiempo y según quién la describa. En el pasado, la mayoría de los escritos sobre mariología han sido elaborados por hombres. Es curioso cómo incluso el término “mariología” se escribe con “o”: Mariología. En el 2023 se publicó un libro escrito por tres teólogas intitulado Marialogía. Virginia Raquel Azcuy, Clara María Temporelli y Blanca Besa Bandeira nos abren a otras perspectivas. Muestran elementos de María que son liberadores y que recuperan la dignidad de las mujeres. Esperemos que el mes de mayo no sea solo un mes de devoción a María, pero que nos anime a desarrollar una espiritualidad mariana que invita a profundizar en su ejemplo y presencia en nuestras vidas. Compartimos un video de presentación del libro:
Legado del papa Francisco

El 21 de abril 2025 se murió el papa Francisco. Compartimos una reflexión del profesor Antonio Bentué sobre su legado. https://youtu.be/iKkPQKs1Bxs?si=fiWtSJs9cGE_GpLB
III Encuentro Teológico: Dios y nuestra libertad

El 30 y 31 de mayo de 2025 se celebrará el III Encuentro Teológico titulado «Dios y nuestra libertad». Una de las grandes preguntas de la teología es: ¿Cuál es la voluntad de Dios? ¿Cómo podemos conocerla? ¿Somos libres de cumplir o no esa voluntad? Este año nos reuniremos el viernes por la tarde en Barcelona. La autora del libro «El beso de Dios», Prado Pérez de Madrid, nos hablará sobre las beguinas: un movimiento religioso femenino que surgió en Europa durante la Edad Media, específicamente en los siglos XII y XIII. Estas mujeres rompieron con las normas tradicionales del monacato y la vida matrimonial, desarrollando una espiritualidad propia y una forma de vida autónoma y solidaria que perduró durante varios siglos en Europa. Llevaban una vida de profunda oración, lograron formarse y, al mismo tiempo, se dedicaron al servicio de los más pobres y enfermos. Además, Prado nos ofrecerá unas canciones inspiradas en textos místicos de las beguinas. El sábado nos encontraremos en Terrassa, donde escucharemos una entrevista grabada a Teresa Forcades sobre su libro «Fe y libertad». Xavier Morlans, del equipo del Hospital de Campaña de Santa Ana, nos hablará sobre Libertad para la fraternidad. Prado Pérez de Madrid compartirá un testimonio personal sobre la Libertad espiritual. A continuación, puedes consultar el programa detallado. ¡Aún hay plazas disponibles! Formulario de inscripción: https://forms.gle/aXLdW3Jm7PaXQLfH7 Precio: Colegiadas y socios 25 euros // No socios 30 eurosCaixaBank: Universitas AlbertianaCuenta bancaria: ES07 2100 0819 3402 0061 5624
Invitados a una Fiesta

SENTIDOS DE LA SEMANA SANTA

Dar a luz una Pascua inédita. En la sociedad actual, la Semana Santa para los cristianos corre el riesgo de perder su sentido profundo y convertirse solo en unos días de descanso, en un contexto donde se prefiere ignorar el dolor de los que sufren para centrarnos en el gozo y los placeres momentáneos. Sin embargo, vivir estos días cara a cara con el dolor humano actual es profundamente significativo y una manera de conmemorar la Pasión de Jesús que, implica recordarnos su vida entregada al bien; su juicio injusto, su tortura, su muerte, su soledad y sus angustias… Todo ello infligido con falsedad y traición desde el poder religioso y político de su tiempo. Para Carmiña Navia Velasco, conmemorar la Pasión de Cristo tiene sentido si la conectamos con los dolores y sufrimientos actuales de nuestro mundo: violencias, injusticias, guerras y desigualdades que, por desgracia, se repiten cada día y las observamos como un mero espectáculos que preferimos ignorar. Como seguidores de Jesús, vivir la Semana Santa tendrá sentido si nos despierta a la solidaridad con quienes sufren y nos impulsa a erradicar el dolor y las injusticias, dando paso a la luz de una Pascua inédita: un mundo de relaciones más humanas regidas por el amor y la acogida. ……… Ver el artículo de la poeta y escritora, feminista y colombiana, Carmiña Navia Velasco, en Feadulta.com
¿A QUÉ OLEMOS?, ESCOJO SER PERFUME

Transcribo un artículo que me pasó un amigo (escrito por un hermano Marista). Desconocemos el nombre propio del autor; sin embargo le agradecemos su sabiduría y tino. Desde la fe cristiana, se nos invita a una fe adulta, a un cambio de mirada, a recrear la propuesta que nos hace el Evangelio, ser buenos aromas de Cristo: ‘Cambiaste mi luto en danzas, me desataste el sayal y me has vestido de fiesta’ (cfr. Salmo 30). Cuaresma, cuarenta días de camino, un proceso de transformación hacia una humanidad nueva. Se nos ha invitado a cada uno -desde nuestra identidad más genuina- a sacar a la luz nuestra mejor versión, reflejo de la humanidad de Cristo. Y para este paso puedo preguntarme… ¿a qué huelo? ¿qué perfume irradio? El texto nos motiva a perfumarnos la cabeza, a ungirnos, renovarnos por dentro y por fuera con un amor sin medida, dejando atrás la muerte -mis muertes, sombras y oscuridades-, para encontrarme con Jesús Resucitado que me resucita. Este tiempo hacia la Pascua puede ser el ahora, tiempo propicio como comenta san Pablo (cfr. 2Co.,6) para dejarse llevar con fe, esperanza y caridad; y sorprender por Aquel que condujo a Israel por el desierto hacia la tierra prometida. ************************************ EN LA CUARESMA, ESCOJO SER «PERFUME» No parece demasiado cristiano el rito de la ceniza. Es más un rito judío o pagano. Nos recuerda a Jeremías con sus elegías y lamentaciones. Nos recuerda al rey de Nínive, forzando la misericordia de Dios con sus ayunos, harapos y cenizas. Podríamos admitir el uso de la ceniza hasta Juan Bautista, pero más allá, no. Cristo prefiere el ungüento y los perfumes. Lo llamamos el Ungido. Acepta para los pies el ungüento de la mujer pecadora y el perfume de María en los pies y en la cabeza. Ciertos ritos de ceniza son expresión pesimista de la conversión, apoyada con «Recuérdate, hombre…». ¿Es necesario que nos recuerden tan gráficamente la fugacidad de la vida? “Ungidos por el Espíritu” Tú, «cuando ayunes, perfúmate». Lo que es cristiano no es el miedo, sino la alegría. La visión cristiana de la vida es serena y esperanzada. Para un cristiano, el cuerpo es templo ungido por el Espíritu, no simple materia próxima a la descomposición. La misma ofrenda del Cuerpo de Cristo y de todo cristiano es «perfume de suave aroma» (Ef. 5,2). Todos estamos llamados a ser «el buen olor de Cristo» (2Cor. 2,15). El perfume es más cristiano, porque alegra y cautiva. También el cristiano debe irradiar alegría y encanto. Por eso, perfúmate. ¿No se podría pensar en un cambio de rito? Imaginaros que, siguiendo el consejo evangélico, el miércoles, inicio de cuaresma vertiéramos unas gotas de perfume a nuestras cabezas, pronunciando estas o semejantes palabras: «Recuerda, cristiano, que estás llamado a ser el buen olor de Cristo», o, «Recuerda cristiano que has sido ungido por Cristo». Y, en consecuencia, de acuerdo con los sentimientos y actitudes de Cristo, este miércoles inicio de Cuaresma ya no se llamará miércoles de ceniza, sino miércoles de los perfumes. Es la transformación que a nuestro rito penitencial realiza quien «cambia el duelo en danzas y el sayal en traje de fiesta». INTRODUCCIÓN “Tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara” (Mateo 6,17). Estas palabras de Jesús, que la Liturgia nos ofrece el miércoles de ceniza, siempre me han gustado mucho, me han llegado al corazón. Son para mí como una invitación a empezar algo nuevo; cómo cuando me lavo y me perfumo al salir de casa, para emprender un día nuevo, para ir a una fiesta o encontrarme con alguien. “Perfúmate la cabeza” me recuerda, un año más, que empieza un tiempo nuevo, que debo salir de mis rutinas y dejarme conducir y sorprender por Aquel que condujo a Israel por el desierto, hacia la tierra prometida. Perfumate la cabeza” me suena en el orden de salida, la invitación a una aventura de cuarenta días que me renovará por dentro y por fuera, que me introducirá en la maravilla de su amor, un amor sin medida, con el que siempre he soñado; una aventura que, en sólo cuarenta días, me llevará a dejar atrás la muerte, mi muerte, ya encontrarme de cara con mi resurrección… y con Jesús, el Señor Resucitado. ORACIÓN: ¡QUÉ BUEN OLOR QUE HACES, DIOS MÍO, QUÉ BUEN OLOR! Por donde pasas, dejas el rastro de tus perfumes y todo huele a ti, todo huele a Dios. La Creación entera, llena de bondad y de belleza, huele a ti. Nos sentimos felices bajo tus estrellas, disfrutamos en tus bosques y arroyos, nos conmueve la luz de tus atardeceres y la inmensidad del mar. El hombre y la mujer que Tú creaste, tienen aroma a ti. El masculino y el femenino, el vigor y la ternura, las casas bien hechas, las cosas bien hechas nos acogen, nos seducen y nos huelen a ti. ¡Dios mío, qué buen olor!, y ¡cómo huele el mal que quiere estropearlo todo! Dios mío, ¡qué buen olor!, olor a Belén y Nazaret, olor a Cafarnaúm ya Betania, olor a hospitalidad: la creación es hospitalidad para todos. El hombre y la mujer son hospitalidad cuando evitan hacer mal olor por el egoísmo. La Iglesia es hospitalidad, hogar común de todas las naciones. Nuestro pasado, que Tú acoges siempre, huele a tu hospitalidad. Nuestro presente, que tú siempre acompañas, huele a tu acogida silenciosa y fiel. Nuestro futuro que tú nos preparas huele a hospitalidad, de la santa y bella mesa de la Trinidad a la que todos estamos invitados, a la que todos somos conducidos, donde todos somos esperados. El mayor pecado consiste en: no acoger al otro, despreciarlo, no servirle, no desplegar el ritual, el amor y el detalle de la hospitalidad. En esta Cuaresma Santa, Dios mío, concédenos correr hacia Ti, atraídos por tus perfumes… y concédenos el don y el perfume de la hospitalidad de Abraham, nuestro Padre en la fe, que acogió al mismo Dios acogiendo a tres caminantes. Te lo pedimos y nos
Libertad, libertad

Libertad, libertadte he buscado sin alientoy no encontrándote, lamentola pena de haber vivido siendoveleta sin horizonte, sin cielo. Libertad, libertadbuscándote he perdido el tiempome he desgastado y me he impuestocadenas, grilletes, losas… y todopara acabar más exhausto, más muerto. Libertad, libertaden mi ceguera no he vistoque dentro de mi te hallabaslibre como el viento,tan libre como te soñaba. Déjame pues que te canteque cantándote reflejoel sentimiento que llevo dentroy para los demás expresogratitud sin receloamor,… que sólo amando, libertad, verte puedo. Alfredo RubioBarcelona, 22-XI-84 Visualizalo en https://www.instagram.com/p/DHqa9xtMHOv Voz de Claudia Soberón
Rabbuní

Manuela Pedra Pilar (+ 10 de julio 2015) fue miembro de la Colegiata Cielo en la Tierra. El libro “Rabbuni, La revelación inagotable” es parte de su legado. En él contempla la vida de María Magdalena. Nos muestra como su figura y su rol fueron silenciados o deformados a través de la historia de la Iglesia. En el capítulo I: “Una revelación sin desvelar” escribe: “el motivo central de este trabajo es: mirar y ver, escuchar de nuevo una Palabra evangélica y abrirnos a ella desde otros presupuestos para intentar descubrir, no solamente lo ya sabido, sino además eso bueno y nuevo que aun estando ahí desde siempre, ha permanecido durante siglos oculto y silenciado”. La reflexión rescata con claridad un carisma no reconocido, y abre de esta manera nuevas perspectivas para la consideración de la mujer en la historia de la salvación. Para comprar el libro: secretaria@colegiatacieloenlatierra.org
Vivir es cambiar
