Teología de la esperanza
El 3 de junio 2024 murió un gran teólogo: Jürgen Moltmann. Vale la pena escuchar testimonios sobre su vida y su Teología de la esperanza. Compartimos una entrevista con la Dra. Nancy Bedford, que fue alumna suya.
La Esperanza
¿Qué esperamos?
Me pregunto: ¿Qué esperamos? En tiempos de Jesús el pueblo judío esperaba un Mesías… El fundamento de esta esperanza era la convicción que Dios cumple con su promesa. Pero ¿cuál fue esta promesa?En realidad, la percepción de la promesa de Dios fue evolucionando…En un principio no se hablaba de un Mesías. Más bien se trataba de la promesa de una tierra, de una descendencia…El profeta Isaías formula la promesa de Dios de otra manera: habitará el lobo junto al cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el ternero y el leoncillo pacerán juntos, un muchacho pequeño cuidará de ello…Su interpretación es que Dios prometía un mundo sin violencia… Cuando en Israel se instaura la monarquía, empieza la creencia que la promesa se realizará a través de una persona: un rey salvador…Pero resulta que después de cuatro siglos de monarquía no hubo paz, y el pueblo fue deportado a Babilonia. El hecho es que Dios nos sorprende siempre: ¡cumplió su promesa a través de una mujer! Dios anuncia a María de Nazaret que dará a luz un hijo y le pide que le ponga el nombre de Jesús, que significa El Salvador. Ella dice “sí” y, reformula las promesas de Dios proclamando el Magníficat.Los cristianos solemos afirmar que la promesa se ha cumplido en Jesús: que Él con su vida y sus palabras, inauguró el Reino de Dios aquí en la tierra. Me pregunto: ¿qué quiere decir esto cuando el mundo hoy arde de violencia, guerras e injusticias y está lleno de pobres, cautivos, ciegos, oprimidos…?La clave está quizás en María… Ella entendió que Dios, para realizar su promesa espera nuestra adhesión a su proyecto, llamado Reino de Dios; espera nuestro “sí”. Y este “sí” de la humanidad, -de cada uno de nosotros-, a la paz, la justicia, y el amor, tarda en darse. En vez de preguntarnos ¿qué esperamos?, quizás habrá que decir ¿Qué esperamos para dar nuestro “sí”? ¿Por qué tardamos tanto en confiar en el proyecto de Dios? La esperanza cristiana es que cada vez más personas digan “sí” a la invitación de Jesús: “que os améis unos a otros como yo os he amado.” (Jn 15, 12). Pauline Lodder, Pineda de mar
APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE ESPERANZA
ELPIS, TIKVAH, AMAL: UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE ESPERANZA DESDE LA FILOLOGÍA, LA ANTROPOLOGÍA Y LA TEOLOGÍA La esperanza: un elemento antropológico constitutivo del ser humanoHace ya algunos años, en toda España se hizo famosa la historia del perro Canelo. Canelo era un can que había acompañado a su humano hasta la misma puerta de un hospital de Cádiz y permanecía allí día tras día esperando su regreso sin saber que el buen hombre había fallecido. Muchos fueron los que, conmovidos por la situación, intentaron quitar al animal de la calle y darle refugio, pero Canelo, perseverante, volvía una y otra vez al mismo sitio y allí tuvo su hogar hasta el día en que él también cruzó el arcoíris.Cada vez que el hecho se ha relatado, ha sido para hacer hincapié en la lección de fidelidad de Canelo y en su amor incondicional por la persona con la que compartía su vida, elementos, sin duda, determinantes de su actitud. Pero se pasa por alto otro motivo, no menos importante, que lo llevó a no cejar en el empeño de reencontrarse con el que era su compañero: la esperanza.Y es que, incluso en los animales, no se puede entender el principio de resiliencia sin la esperanza. Ante la adversidad, sólo la confianza en el futuro, la certeza de que no todo está perdido porque existen potencialidades que aún no se han desarrollado son los pilares que sostienen las fuerzas para seguir luchando. Podríamos decir, por tanto, que la esperanza es un elemento antropológico constitutivo del ser humano caracterizado como realidad histórica y ser en continuo desarrollo, tanto personal como social. La esperanza: un impulso motivadorEn este sentido, la Asociación Estadounidense de Psicología define la esperanza como «la expectativa de tener experiencias positivas o de que una situación potencialmente amenazadora o negativa no habrá lugar o que, en última instancia, se tornará en un estado de cosas favorable ». Y no podemos olvidar a este respecto, las conclusiones del investigador Martin Seligman, quien, tras haber estudiado el proceso de la indefensión aprendida, en su última publicación, El circuito de la esperanza, concluye que dicho circuito es una estructura cerebral asociada a la corteza prefrontal de funcionamiento complejo por el cual, ante las amenazas y adversidades, el ser humano supera la pasividad de la indefensión y pone en marcha mecanismos de acción y perseverancia a fin de lograr objetivos de superación .Cabe, por tanto, destacar que la esperanza, como impulso motivador del ser humano ha estado presente en todas las culturas, si bien siempre con un aspecto ambivalente: por una parte ha sido valorada por su capacidad de sostén ante la adversidad, pero por otra también denostada como nutricia de falsas expectativas. De ahí que sea importante distinguir muy bien entre la vana ilusión sin fundamento y la esperanza sólida impulsora de la acción. La esperanza salvará al ser humano cuando no encuentre nada más…Para los griegos, la esperanza, Ἐλπίς, era una diosa relacionada con Πίστις, la confianza, y Σωφροσύνη, la moderación, las tres personificaciones de conceptos alegóricos. La esperanza fue lo único que quedó en el ánfora cuando, tras destaparla Pandora todos los males se dispersaron por la tierra. Es lo que nos cuenta Hesíodo en Los trabajos y los días: «Pero aquella mujer, al levantar con sus manos la enorme tapadera de un ánfora, permitió que se esparcieran (los males) y procuró a los hombres lamentables desazones. Sólo quedó allí dentro la Esperanza, aprisionada entre inquebrantables muros bajo los bordes del ánfora pues no pudo volar hacia la salida ya que antes cayó la tapadera del ánfora por voluntad de Zeus portador de la égida y aglutinador de nubes» . Podemos preguntarnos, ¿es la esperanza en el texto de Hesíodo uno más de los males o representa la única oportunidad de la humanidad para hacer frente a estos? ¿Quedó en el ánfora porque Zeus no quiso que el ser humano se abandonara a una falsa ilusión o permaneció allí para recordar que siempre es posible esperar?El texto no nos aclara tal punto. Quien sí lo hace es el poeta Teognis, que da otra versión del mito. Para este autor, cuando la curiosidad llevó a Pandora a destapar el recipiente, salieron los bienes, que volaron al cielo para abandonar la tierra, en donde el único buen espíritu que quedó fue la esperanza: «La Esperanza es el único buen númen que queda entre la humanidad; los demás se han marchado al Olimpo. La Confianza, una deidad poderosa, se fue también, la Moderación se ha alejado de los seres humanos, y las Gracias, mi amigo, han dejado la tierra. Ya no hay confianza alguna en los juramentos de los hombres ni tampoco nadie da culto a los dioses inmortales; la raza de los piadosos ha perecido y la humanidad ya no reconoce las leyes de comportamiento ni los actos de piedad. Pero mientras el hombre viva y vea la luz del sol, que muestre temor a los dioses y cuente con la Esperanza. Que ore a los dioses y queme grandes huesos de muslo, en ofrenda a la Esperanza en primer y último lugar ». A pesar de que la bondad haya abandonado el mundo, Teognis insiste en el valor de la esperanza, es un «buen númen» que salvará al ser humano cuando no encuentre nada más.En Roma, siguiendo esta tradición, se alzaban altares a Spes, la «ultima dea», ya que la esperanza es lo último que queda a la humanidad, lo que permaneció en el fondo de la tinaja cuando todo lo demás había desaparecido. La esperanza: una certeza y una actitudEn hebreo, la palabra esperanza es תִּקְוָה (tikvah), de la raíz verbal KVH, «unir con una cuerda», «recolectar». De hecho, otro de los significados del término es «cuerda», «soga». La esperanza no es algo abstracto, sino que se palpa, se toca con la mano. A la esperanza la persona se tiene que agarrar, debe asirla con fuerza, como quien se aferra a un cabo para no perecer en la tempestad,
El beso de Dios
foto: pixabay El beso de DiosLas beguinas y la espiritualidad del amado y los cuidados Las beguinas fueron un movimiento religioso femenino que surgió en Europa durante la Edad Media, específicamente en los siglos XII y XIII. Rompieron con las normas tradicionales del monacato y la vida matrimonial, desarrollando una espiritualidad propia y una forma de vida autónoma y solidaria que perduró durante varios siglos en Europa.Llevaban una vida de profunda oración. Lograron formarse. Y al mismo tiempo se dedicaron al servicio a los más pobres y los enfermos. Prado Pérez de Madrid, en su libro El beso de Dios, nos cuenta la historia de las beguinas y nos introduce en sus escritos místicos. Además, nos ofrece canciones inspiradas en textos de las beguinas y nos guía en un tiempo de oración. Se trata de un libro espiritual de gran calidad. Y nos despierta el interés por estas mujeres que han sido injustamente olvidadas por la historia.
El jardín de Edén, ¿edad dorada primordial u horizonte de futuro?
Una aproximación a la ecología desde una perspectiva literaria, antropológica y teológica de los textos bíblicos. En esta aproximación partiremos de la contraposición entre la visión de la edad dorada y el horizonte utópico de futuro para después realizar un análisis exegético de los tres primeros capítulos del Génesis desde una perspectiva holística que integra las dimensiones lingüística y filológica, antropológica y teológica en el que situaremos al ser humano como criatura inmersa en la naturaleza, con la que comparte un destino común. En un segundo momento, nos centraremos en los textos evangélicos para analizar qué puede aportar el mensaje de Jesús a una nueva cosmovisión ecologista desde la perspectiva de una ética de actitudes. Inmaculada Calderón Nací en un rincón de luz de la bahía gaditana mecida por el viento de levante en los finales de la primavera. El damero de calles de Puerto Real fue el escenario de mi infancia y Sevilla, ciudad de adopción, confidente de sueños adolescentes e inquietudes, amores y latines, letras griegas y hebreas mezcladas con nocturnos desvaríos y amistades para siempre. Licenciatura en Clásicas por la Universidad Hispalense y licenciatura en Teología por la de Granada. Docencia, viajes, voluntariado social en Cáritas y en prisiones, ebullición de mi sangre peregrina. Tetuán, mi hamama albaida, me dio un compañero de vida y un hijo y una hija «del Estrecho», vástagos entre dos orillas, amores de ida y vuelta. Nómada, teóloga de la arena, esgrimista de la palabra, aprendiz de humanista y aspirante a poeta, vivo entre letras y libros, compongo versos y escribo relatos, edito obras, dirijo antologías y participo en otras, y colaboro en proyectos nacionales e internacionales, doy clases de latín y griego, colaboro con la teología feminista tras conseguir hacer de mi vocación un oficio. Soy noctívaga empedernida, la madre Atenea me ha convertido en lechuza para, con luz selenita, darme cita con las hijas de Mnemosine: Tejedora de anhelos, De amores y sabores, Ronda de la rima rima, La levedad del instante, Sangre de nómada y Perséfone junto con el todavía inacabado El balcón de la quimera son los frutos de tan deseados encuentros, de los que solo alguno de mis gatos es testigo.
Sin pomposidades
Entrevista con Javier Melloni
Javier Melloni (Barcelona, 1962) es jesuita y escritor, antropólogo, teólogo y fenomenólogo de la religión. Ha vivido temporadas en la India. Investiga sobre las tradiciones espirituales y de la mística en las diversas religiones. Tiene un conocimiento transversal de la experiencia religiosa de la humanidad. Preguntas: En tu libro El Cristo interior escribes: “El Cristo naciente está albergado en cada interior humano. Hay semillas de divinidad por doquier”. ¿Nos puedes hablar de tu visión de lo divino, de Dios, de lo trascendente…? Tú tienes la convicción que las religiones están llamadas a avanzar juntas, por la vía del silencio y del diálogo, hacia una nueva espiritualidad más allá de los límites de cada confesión. ¿Cuáles serían las características de esta nueva espiritualidad? ¿Cómo “encajaría” con la vida y las enseñanzas de Jesús de Nazaret? ¿Qué cambios necesitamos en la cosmovisión dominante del mundo postmoderno para que los seres humanos acepten que hay misterio en la realidad y vivan relaciones más armoniosas con todo lo que existe?