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Expectativas: ¿Por qué nos afectan y cómo manejarlas mejor?

Aprender a diferenciar los tipos de expectativas que existen te ayudará a poder materializar lo que realmente quieres. Introducción Parece que no existe un solo concepto de expectativa, ya que hay tantas expectativas en el mundo como creencias para el ser humano. Podemos hablar de las expectativas predictivas, de las expectativas normativas, de las expectativas merecidas, de las realistas y de las que se alejan de todo esto y nos permiten soñar en grande. Y no es que soñar a lo grande tenga algo de malo, pero si no somos conscientes de las consecuencias de vivir solo desde estos puntos de vista, puede llegar a ser contraproducente a largo plazo. No te preocupes. En este artículo, te contamos la forma en la que nos afectan las expectativas, sobre todo, cuando vienen del entorno. También hablaremos de cómo podemos estar en sintonía con nuestros deseos para hacerlos realidad. ¿Qué son las expectativas? No podemos brindar una definición de expectativa o teoría de las expectativas sin antes mencionar que estas se basan en aquellas creencias personales o deseos que tenemos sobre lo que sucederá o no en determinado momento.  Una expectativa de vida puede estar basada en una gran combinación de experiencias personales, anhelos, entornos y, ¿por qué no decirlo?, también de las personas que nos rodean. Es difícil hablar de expectativas por primera vez sin considerar que su raíz se divide tanto en aspectos subjetivos como en aspectos objetivos.  Algo muy curioso de las expectativas es que no suelen ser de la misma forma, es decir, existen expectativas de pequeña posibilidad y otras tantas que son casi seguras de materializar. ¿Cómo se manifiestan unas y otras? Ahí es donde está la gran pregunta, ya que muchas veces no somos conscientes del origen. Algunos anhelos pueden venir, tal vez, de forma automática, alimentados por nuestras ilusiones. Otros, por su parte, sí pueden ser de carácter reflexivo, y están más ligados a una posibilidad razonable.  La teoría de las expectativas no habla de algo malo, todo lo contrario. Forma parte de la motivación humana. Es una realidad. Es la información disponible que tenemos a nuestro alcance y que nos permite prepararnos para el futuro. A través de ella, podemos armar planes de acción ante determinadas situaciones. Tipos y ejemplos de expectativas Existen distintos tipos de expectativas. Conocer cada uno te ayudará a mantenerlas más ajustadas a la realidad y, desde luego, a poder materializarlas. ‍Expectativas predictivas‍ Con este tipo de expectativa, estamos casi seguros de lo que va a suceder en alguna situación cercana. Podemos imaginar, por ejemplo, lo que ocurrirá en la próxima entrevista de trabajo que tenemos agendada. Funciona como una recreación de lo que esperamos que suceda. Por lo general, estos pensamientos están estrechamente relacionados a situaciones similares vividas anteriormente, momentos parecidos que nos predisponen o, tal vez, se basan en experiencias de personas cercanas a nosotros. Además de imaginarnos un escenario, también mantenemos una expectativa en cuanto al estado de ánimo que podríamos tener: ¿estaremos felices, tristes, melancólicos, etc.? ‍Expectativas normativas‍ Pensar que una persona no va a fumar en un espacio cerrado, que un funcionario público nos tratará con amabilidad o que una persona no verá su móvil mientras cruza una calle son algunas de las expectativas que forman parte de las normas que hemos asumido dentro de la sociedad.  Todos conocemos y compartimos ciertos valores, es la información disponible que tenemos como colectivo. Por lo tanto, esperamos que los demás se comporten de determinada manera en diferentes situaciones sociales. ‍Expectativas merecidas‍ Puede ser una de las expectativas más subjetivas que tenemos, ya que se alimentan de lo que creemos merecer, desde nuestro punto de vista. Por ejemplo, si somos buenos empleados (cumplimos con nuestras obligaciones, somos puntuales, tratamos a todos con respeto, y más), pensamos que el próximo ascenso será nuestro. ‍El problema de este tipo de pensamientos empieza cuando son irracionales. Aquí ignoramos los deseos de otros, no contamos con los imprevistos propios de la vida ni con la incertidumbre constante. Las consecuencias de esto son indignación y sufrimiento. El mundo no nos parece justo, pero no significa que lo sea. Es nuestra percepción.  ¿Cómo nos afectan las expectativas de los demás? Es cierto que las expectativas que tenemos de nosotros mismos nos afectan. Pero también es cierto que las expectativas que los demás tienen de nosotros pueden llegar a transformarnos, tanto así, que podemos llegar a tener actitudes que antes no podíamos ni imaginar. Las creencias de los demás sobre nosotros son una fuerte influencia. El psicólogo e investigador Bob Rosenthal, al principio de su carrera, demostró cómo los pensamientos y expectativas personales pueden influir en lo bien que una rata maneja un laberinto. Como parte de su experimento, colocó carteles con las palabras «inteligente» y «tonta» en las jaulas de las ratas. Ninguna de estas categorías era cierta. Fueron colocadas al azar por primera vez. Luego, invitó a su laboratorio a un grupo de investigadores y les propuso trabajar con las ratas para ver que tan bien completaban un laberinto. El resultado fue que las ratas «inteligentes» lo hicieron el doble de bien que las «tontas». Puedes conocer más de este experimento aquí. El experimento de Rosenthal y de sus colaboradores reflejó la influencia y la importancia de la teoría de las expectativas. El concepto que tiene el ser humano sobre sí mismo se ha creado por las expectativas que tienen los demás. Si miramos atrás, podremos darnos cuenta de esto: nuestros padres han sido una gran influencia, al igual que nuestros maestros y amigos de la infancia. Este tipo de influencia puede tener importantes consecuencias: positivas y negativas. Este efecto, conocido como Pigmalión, es muy importante para entender cómo influimos los unos con los otros. Si estamos trabajando en una empresa, podemos ver el efecto Pigmalión cuando uno de los líderes tiene formada una determinada imagen de sus empleados y los trata según esa expectativa que se ha formado en su mente. El empleado puede percibir esa mirada, aunque nadie se la diga. Si es positiva,

Celebremos el feminismo como un soplo de aire fresco

El tema del Día Internacional de la Mujer, » Igualdad de género hoy para un mañana sostenible «, celebrado en marzo de 2022, me recordó a la fallecida Kamla Bhasin , una icónica científica social india y feminista socialista por convicción. Su famosa cita se me quedó grabada para siempre: «¡Los hombres de calidad no le temen a la igualdad!»  Trabajó con las Naciones Unidas durante 27 años en asuntos como igualdad de género y justicia, medios de vida sostenibles, patriarcado, feminismo, políticas de identidad y militarización y, con un programa de propiedad compartida llamado Sangat, una red feminista, para los derechos humanos. Mientras me preparo para las actividades del próximo Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo de 2023, la primera actividad que pensé fue escribirle a Global Sisters Report sobre el tema del feminismo. Kamla Bhasin dijo : «Conozco a suficientes mujeres que son totalmente patriarcales, que están totalmente en contra de las mujeres, que les hacen cosas desagradables a otras mujeres, y he conocido a hombres que han trabajado por los derechos de las mujeres toda su vida. El feminismo no es biológico: el feminismo es una ideología». Creo que para que el Día Internacional de la Mujer sea impactante hay que entender qué es el feminismo. Según el sitio web del Día Internacional de la Mujer, «Gloria Steinem, feminista, periodista y activista de renombre mundial, explicó una vez : ‘La historia de la lucha de las mujeres por la igualdad no pertenece a una sola feminista, ni a ninguna organización, sino a los esfuerzos colectivos de todos los que se preocupan por los derechos humanos.’ « quiero ir más allá; no sólo trabajando colectivamente por los derechos humanos sino por los derechos de todos los seres. El feminismo exige que rompamos los estereotipos y la discriminación entre «nosotros» y «ellos» y abracemos la espiritualidad de «ambos y» donde se valora y celebra la diferencia. Al educar a sus nueve hijas, mi padre adoptó una posición contracultural a favor de la educación femenina; esa fue una opción feminista que iba contra las corrientes de la sociedad patriarcal. Nos hizo valernos por nosotros mismos, al hacer de la educación una alternativa a la dote.  La formación y educación familiar que recibí me hizo tomar conciencia de mi dignidad como persona creada a imagen y semejanza de Dios, y encendió la chispa divina del feminismo. Más tarde, mientras servía a los indígenas desfavorecidos, especialmente a las niñas y mujeres en áreas tribales remotas de Gujarat, Rajasthan, Odisha y Maharashtra; y más tarde, cuando serví como presidente del Consejo de Religiosos de la India en la diócesis de Vasai, me di cuenta profundamente de la desigualdad incrustada en la sociedad india y la actitud discriminatoria hacia las niñas/mujeres. En el camino aprendí que el feminismo no es cambiar las manos que detentan el poder sino cambiar la definición de poder.   Existe un malentendido generalizado de que las feministas son anti-iglesia y anti-masculinas. Que no van regularmente a Misa y reaccionan a los sacerdotes; son personas enojadas, rebeldes que adoptan una postura de confrontación y son demasiado críticas y hacen demasiadas preguntas. Algunos son reacios incluso al uso de la palabra feminismo. Aunque las feministas son en realidad anti-desigualdad y no anti-hombres, ¡para muchos la palabra «feminismo» es una mala palabra!  Veo el feminismo como pro-iglesia, pro-humanidad y pro-ecología, en definitiva pro-todo ser. Si bien algunas feministas en los primeros días adoptaron posturas antipatriarcales extremas, también es bueno tener en cuenta que aquellos que quieren aferrarse al patriarcado tienen un interés personal en etiquetar y difamar a todas las feministas.  El feminismo es una visión del mundo. Al ver la vida desde abajo, critica los sistemas construidos sobre el poder de unos pocos y la impotencia de la mayoría. La cosmovisión feminista promueve el pensamiento y la vida compasivos. Es holístico y fomenta la conexión íntima con la Madre Tierra. Ve la carne como una bendición. El feminismo celebra cualquier movimiento no jerárquico, igualitario en cuanto a la distribución de los recursos, el cuidado del planeta y la dignidad de la vida de todos los seres, y se enfoca en promover la paz cósmica. Una cultura patriarcal entrena a los hombres para ser agresivos y altamente competitivos, por lo que no es de extrañar que tengamos tanta violencia y tantas guerras. Los heridos siguen hiriendo a otros, perpetuando así la cadena de violencia. Todas tienen que pagar un alto precio por ignorar o suprimir la dimensión femenina. Gloria Steinem dijo: «Una feminista es cualquier persona que reconoce la igualdad y la humanidad plena de mujeres y hombres». El feminismo exige un sano equilibrio entre lo racional y lo emocional tanto en mujeres como en hombres. Definir los sexos por rasgos estereotipados y limitarlos por razones físicas a roles separados, debería ser reemplazado por la noción de «ser-idad» cósmica. La diferencia básica entre los sexos es un ejemplo de cómo la naturaleza crea diversidad. Las feministas son hombres y mujeres con diferentes orientaciones, con capacidad intelectual y coraje heroico para desafiar audazmente los poderes religiosos y políticos. En una sociedad de género, las feministas no buscan la igualdad absoluta (que es prácticamente imposible), sino el derecho a ser tratadas en pie de igualdad con los demás seres humanos. El feminismo es una lucha por el reconocimiento del valor de cada ser.  En su libro Heart of Flesh, Joan Chittister explica claramente una cosmovisión alternativa: El feminismo es una nueva cosmovisión… y una espiritualidad, que el mundo y la iglesia ignoran para peligro de todos nosotros y de sí misma también… [no] se trata simplemente de la feminidad. Se trata de otra forma de ver la vida, de otro conjunto de valores diseñados para nutrir un mundo moribundo y rescatar a cualquier persona que haya estado demasiado tiempo bajo sus pies, demasiado ignorada, invisible, invisible. El feminismo se trata de una nueva forma de pensar tanto para las mujeres como para los hombres que están cansados ​​de la carnicería, asqueados por la explotación del mundo, desilusionados por las luchas por el poder y buscando… un corazón de carne en un mundo de piedra. Defender la igualdad y la justicia hará que seamos rechazados, descartados y amenazados por hombres y mujeres con mentalidad patriarcal. Solo los hombres

Nosotros y el Metaverso

Nosotros y el Metaverso Estamos a punto de entrar en una fase nueva de lo que llamamos “sociedad digital”, que inició con la creación de Internet y se popularizó a finales del siglo XX, y que ha avanzado a toda velocidad en el XXI ampliando su alcance y sofisticación. Las redes sociales, los satélites, la geolocalización, las compras digitales… todo ello y mucho más revoluciona la vida de más de medio planeta. Pero dentro de esta sociedad digital existen ámbitos en particular desarrollo, como el de los videojuegos, cada vez más sofisticados y con cientos de millones de usuarios. O las criptomonedas, que generan un creciente movimiento de dinero de manera completamente no-física, sino únicamente digital. O el “internet de las cosas”, un entramado de dispositivos personales que interactúan entre sí, como relojes, zapatillas, camisetas, cámaras ciudadanas, puertas, televisores, frigoríficos, lavadoras, automóviles, etc. Un verdadero tejido digital que configura la vida física de cada uno de nosotros. Más allá de la cuestión sobre los algoritmos y quién gestiona nuestros datos -un tema crucial de nuestro tiempo-, vemos que se está intensificando una línea de gigantescas inversiones sobre lo que empezó como “realidad virtual». Mark Zuckerberg, creador de Facebook, ha cambiado el nombre de su empresa y la ha llamado Meta. De Metaverso. El llamado “metaverso” (de “meta” o “más allá” y “universo”), permitirá a millones de personas sumergirse en realidades paralelas en tres dimensiones e interactivas, creadas digitalmente. Entraremos en entornos imaginarios o reales creados con gran detalle, a través de un sistema informático al que se accede no mirando una pantalla, sino interactuando por medio de unas gafas y otros dispositivos corporales, como guantes, zapatos, cinturones, que incorporan el movimiento de la persona y ésta se “mueve” en ese entorno, a través de un avatar o personaje, viviendo una experiencia totalmente inmersiva y envolvente. Podremos ser otras personas. O ser personajes imaginarios creados por nosotros mismos. Podremos visitar nuestra futura casa que aún no se ha construido, entrar en el sistema digestivo de un paciente, pasear por la antigua Roma y ver a Julio César, o conocer personalmente a Tutankamen, volar por el espacio sideral o ser aplaudidos por miles de personas en un estadio… Cualquier escenario real o ficticio estará al alcance de un clic. Cualquier personalidad y apariencia nos ocultará o expresará. ¿Cómo entender, qué priorizar, cómo educar en este contexto?  Un desarrollo tan veloz como novedoso pone en cuestión todo nuestro modelo educativo, nuestro modo de entender a las personas y sus relaciones. El aprendizaje a través de transmisión oral interminable a personas pasivas queda totalmente desfasado. Y se requerirán en el futuro no sólo conocimientos, sino también y sobre todo habilidades y competencias humanas muy bien cimentadas. Por eso propongo ver todo este entramado con una mirada centrada en la persona, la familia y la comunidad físicas, y por supuesto la espiritualidad, además de la tecnología. A partir de ahí, entendiendo lo más posible al ser humano y sus características más propias, localizar los valores más importantes que debemos cultivar, siendo capaces al mismo tiempo de participar en la sociedad de nuestra época y más aún, darle sentido y crear ámbitos de convivencia. ¿Nos pasará lo mismo con la realidad virtual? Estamos a tiempo, en este naciente mundo llamado Metaverso. Por lo menos sigamos la pista y mantengámonos informados y alertas para entrar en esta nueva fase, para humanizarla y facilitar su mejor expresión educativa, con creatividad y valentía. Leticia SOBERÓN MAINEROFuente: https://www.revistare.com/2022/02/cinco-claves-para-vivir-en-la-era-metaverso/

Educación y transformación social

Uno de los retos que se nos plantean en las sociedades del s. XXI es, sin duda, la convivencia y la paz. Esta es una tarea transversal y transdisciplinar, en la que todos debemos implicarnos. Sin duda, este empeño ha de nacer de la creatividad y la inteligencia colectiva, pues ya no puede sustentarse en ninguna disciplina particular, porque la nueva realidad y los nuevos desafíos obligan a la transdisciplinariedad y a un enfoque holístico de la acción social y educativa. Una de las carencias más graves de la sociedad civil, es que está estancada en una etapa crítica. Nos movilizamos para la denuncia y la crítica, pero no tanto para la propuesta y el cambio social. No quiero decir con esto que no tengamos que ser críticos y denunciar la injusticia; pero muchas veces criticar y decir lo mal que va todo, se convierte en una excusa para no hacer nada. La crítica y la queja, no son un buen motor para la transformación social. Hemos de ser capaces de superar la crítica y transformarla en propuestas constructivas. Pues como nos recordaba Alfons Banda en el I Congreso Edificar la Paz en el s. XXI (Barcelona, 2012), la sociedad civil no estará madura hasta que supere la etapa crítica y pase a una etapa propositiva. Para avanzar hacia esa madurez de la sociedad civil, una sociedad civil capaz de hacer propuestas concretas para mejorar la convivencia y exigir a las instancias gubernamentales que las apliquen. Para que este salto cualitativo sea posible, las estancias educativas debemos incorporar de manera plena lo «común», lo comunitario, en los proyectos educativos desde los primeros ciclos formativos. Nuestros esfuerzos deben centrarse en lograr una ciudadanía más activa y más activada. Que defienda sus derechos y asuma sus responsabilidades, que interiorice lo comunitario como parte esencial de su configuración como sujeto individual. Así, uno de los desafíos más importantes de la educación, será desarrollar las competencias necesarias para vivir y relacionarse dentro de la comunidad social, de tomar parte, de participar en la vida social, económica, cultural y política de su entorno. Y esto pasa por incorporar aspectos como la participación, el empoderamiento y el desarrollo de capacidades y habilidades ciudadanas. Pues si esperamos a la edad adulta para motivar y capacitar en las competencias ciudadanas y de lo comunitario, ya es tarde. Para avanzar hacia el desarrollo de sujetos sociales “plenos”: ciudadanos y ciudadanas capaces de pensar, sentir, decir y hacer por sí mismos, capaces de transformar su realidad personal; pero también, hemos de incorporar a la educación el ámbito de lo común, de lo comunitario. El desafío es motivar y capacitar a las nuevas generaciones para incluirse en el tejido social, de sumar sus fuerzas con otras personas, de asociarse libremente, de incorporarse a las organizaciones sociales y ciudadanas. Para ello, hemos de desarrollar modelos de intervención educativa que -sin olvidar ni desatender el desarrollo de las capacidades personales- refuercen sus capacidades relacionales, organizativas y de acción colectiva sobre el entorno sociocomunitario, para poder reivindicar y poner en pie respuestas propias a sus necesidades. Maria Aguilera Fuente: https://universitasalbertiana.org/2021/12/educacion-y-transformacion-social/

Pensamiento vs. algoritmos

Pocos ignoran que las redes sociales (una explosiva mezcla de brevedad, inmediatez, emociones y algoritmos) son un factor determinante en la polarización de nuestra sociedad. Si bien muchas de las ideologías, religiones o sensibilidades, tienen en sus autores de origen todo un fundamento lleno de matices, estos se van perdiendo progresivamente en aras de la brevedad cuando se expresan en redes sociales. Las afirmaciones, cada vez más reducidas y simples, van reduciendo la vida mental y social a un tablero en blanco y negro, en posturas que finalmente se vuelven irreconciliables y antagónicas. Ya no se dialoga intentando comprender al otro: se juega al pin pon de frases agresivas, con cada vez más virulencia. A esta polarización, que sin duda empobrece el pensamiento, hay que añadir la decidida tendencia de los proveedores de redes sociales a personalizar la publicidad. Lo hacen contabilizando con cookies nuestras visitas a sitios web, registrando el tipo de contenidos que consumimos, nuestros «me gusta» a ciertos autores, etc., y calculando con algoritmos qué nos gustaría recibir. De ese modo, nos van encerrando en nuestro propio ambiente, nos reducen a leer lo que ya creemos y pensamos. Así que cuando nos enfrentamos a otros puntos de vista, la sensación de extrañeza es cada vez mayor. La opción de salirse de las redes -cada vez más frecuente entre los personajes relevantes de la vida social- proviene precisamente de la fatiga que genera esa polarización. Es urgente aprender a pensar juntos ¿Significa esto que todos deberíamos darles la espalda a las redes sociales? A mi modo de ver, no necesariamente. Reducir nuestras horas de consumo, seguramente. Pero sí urge convertirnos en usuarios/ciberciudadanos que toman conciencia de esa dinámica empobrecedora: la simplificación y la autorreferencia. Necesitamos personas mucho más proactivas que decidan abrir espacios para el auténtico pensamiento en común. Nos enfrentamos a grandes desafíos. Desafíos que no son individuales, sino precisamente, sociales. Todos estamos implicados, tanto en los problemas, como en sus posibles soluciones. Es imprescindible que avancemos en estrategias que permitan a personas con sensibilidades, ideologías o religiones distintas, escucharse y entenderse mutuamente, que se abran a ponerse en la piel de los otros, aprendan a deliberar y decidir de manera corresponsable. El diálogo fecundo es un arte que se debe enseñar desde la infancia, porque implica la humildad de la razón: comprender que yo veo sólo una parte de las situaciones, y que puedo equivocarme incluso en aquello que veo. La humildad de la razón es la que nos permite admitir que los demás nos aportan algo, su visión puede completar o corregir la nuestra, y viceversa. Nadie sabe todo, todos sabemos algo, no hay nadie de quien no podamos aprender algo. Esta humildad ayuda también a sanar las emociones: se reduce la ira, la descalificación de los otros, y podemos empezar a empatizar con personas de otras «tribus» hasta comprender que la persona es más valiosa que sus ideas. ¡Podemos incluso empezar a ser amigos! Este aprender a pensar con otros debería empezar por los más cercanos, para luego abrirnos a los que nos quedan más lejos y los consideramos distintos y divergentes respecto a nosotros. La razón humilde nos permite dar esos primeros pasos. Pensar juntos, dentro y fuera de las redes, eligiendo las cookies que aceptamos, venciendo a los algoritmos y a nuestros propios sesgos de autoconfirmación, implica por supuesto un esfuerzo. Pero nuestra sociedad está hondamente necesitada de concordia y buen diálogo para conseguirla. Leticia SOBERÓN MAINEROPsicóloga y doctora en comunicación Fuente: https://www.revistare.com/2021/06/el-arte-de-pensar-juntos/

Hacia una cultura de los cuidados

Hoy, las personas mayores (65 años o más) constituyen el grupo de edad que crece más rápido en el mundo. Según la ONU, globalmente y por primera vez en 2018, las personas mayores superaron en número a la de los niños menores de 5 años, y para 2050 el número de personas mayores superará al de adolescentes y jóvenes (entre los 15 y los 24 años). Algunas regiones, como Europa y Asia Oriental, ya se enfrentan a un reto considerable a la hora de apoyar y atender a esas personas. A medida que la esperanza de vida sigue aumentando, puede que el papel de las personas mayores en las sociedades y las economías sea más importante. Debemos adaptar los sistemas de educación, atención sanitaria y protección social para proporcionar una red de protección social a este grupo etario cada vez mayor. Los modelos de cuidados han ido evolucionando desde una atención centrada en el seno de la familia, en la que las personas cuidadoras principalmente eran mujeres, a una socialización de los cuidados en la que la institucionalización es el recurso más habitual ante la pérdida de autonomía de una parte y la dificultad del entorno familiar para compatibilizar la atención y cuidados necesarios, con otras realidades familiares o profesionales.  En un estudio realizado hace unos años por el Programa de mayores de la Obra Social de la Caixa, se concluía que la mitad de los ancianos encuestados expresaban el deseo de continuar en su domicilio en el caso de requerir cuidados.  Además, es elocuente la experiencia vivida durante la pandemia de coronavirus en tantas residencias de ancianos, donde la concentración en el mismo lugar de tantas personas frágiles y la dificultad para atenderlas por falta de medios humanos y materiales, generó situaciones muy difíciles de gestionar, a pesar de la abnegación y el buen hacer de muchos profesionales dedicados a la asistencia.  Este nuevo escenario ha hecho más visibles las carencias en el modelo de cuidados y el grave problema de salud pública que supone. Parece necesario y deseable avanzar en una reflexión que configure un nuevo paradigma en el modo de convivir entre las distintas generaciones, dando prioridad a los más vulnerables. Posiblemente se trate de un giro copernicano, que como en el caso de aquellos descubrimientos científicos de Copérnico revolucionaron el modo de entender los movimientos de los astros en el siglo XIV, en nuestro tiempo los acontecimientos vividos nos proponen un cambio en la mirada, tomarse tiempo para identificar las inercias que hasta ahora nos han guiado y reconsiderar los nuevos caminos a transitar.   Entender que la experiencia de los cuidados se desarrolla en un contexto de interdependencia, de realidad compartida en la que, por ambas partes, personas que precisan cuidados y personas que cuidan, se ha de replantear la autonomía y el devenir cotidiano de cada una de ellas y de todas en su conjunto.  Un salto cualitativo hacia la cultura del cuidado Se necesita un giro copernicano a partir de una mirada innovadora en la gestión del tiempo, de los espacios, de los estilos de vida. Veamos por ejemplo cómo: Necesitamos avanzar hacia una cultura de los cuidados, comenzando desde la infancia en las familias y en los centros educativos; promover el acercamiento intergeneracional que permita entender nuestra vejez, a la que posiblemente llegaremos. Promover más visibilidad en los medios de iniciativas que acerquen y permitan conocer mejor la diversidad contenida en esta etapa vital y los valores que ofrece.  La vejez es nuestra vejez, la de cada persona que ya llevamos dentro el anciano o anciana que posiblemente llegaremos a ser. Reconozcamos el giro copernicano para caminar hacia una sociedad en donde nadie sobra; todos sumamos.  Remedios ORTIZ JURADO Fuente: https://www.revistare.com/2022/04/hacia-una-cultura-de-los-cuidados/

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