Un libro apasionante y formativo. Quiere hacer justicia y alzar la voz por un grupo de mujeres relegadas de la historia y de la Iglesia de su tiempo. Fueron tratadas injustamente como brujas y herejes por la Inquisición, y algunas incluso llevadas a la hoguera. Hoy en día, todavía no se ha resarcido públicamente esta nefasta tergiversación histórica. Este libro de la teóloga M. Cristina Inogés Sanz (PPC, 2021) busca hacer memoria y, al menos, ayudar a cicatrizar alguna de las heridas que dejó la injusticia cometida contra estas mujeres: las beguinas.
Ellas fueron mujeres valientes, que vivieron a contracorriente. Ni casadas ni religiosas, nunca fueron bien vistas; más bien se las consideró un peligro. Eran profundamente originales en su ser y en su hacer: espirituales, místicas, teólogas, algunas con gran formación, con pensamiento teológico y experiencias místicas. Se sustentaban con su propio trabajo y realizaban acciones humanitarias de ayuda hacia los más desfavorecidos de su tiempo —mujeres, niños, enfermos, viudas, prisioneros y exconvictos— sin pedir nada a cambio. La mayoría vivía en comunidad para protegerse en medio de las ciudades. Desde allí rezaban, trabajaban y se dedicaban al cuidado de los demás.
El movimiento de las beguinas, nacido en la Edad Media, traspasó los siglos hasta llegar a nuestros días. Aunque la última beguina falleció en 2013, este modo de vida no terminó con ella. Mujeres —y también hombres— con el deseo de vivir intensamente, de cuidar y atender a los pobres, y de mantener una mirada abierta a lo trascendente, siguen existiendo en el mundo. Son portadores de luz en las penumbras que hoy nos rodean.
Como dice la autora:
“El misterio siempre tiene vida propia, deberíamos estar más abiertos a esos misterios cotidianos que aún duermen en el lecho de la historia, que somos incapaces de ver y que, sin embargo, nos están esperando”.
“Misterio el que todas esas mujeres, y otras muchas de la historia que no aparecen en este libro, nos han legado. Todas ellas han contado con palabras como han sabido, como han podido, como han sentido; desde un templo, desde la vida de cada día, desde la vida vivida en la reforma, desde la vida atropellada, pisoteada y masacrada por las guerras, el hambre, la miseria y el dolor causado por el hombre: la experiencia de ese Absoluto-Misterio-Dios que todos llevamos dentro.”
Anna M. Ollé